martes, 7 de enero de 2014

Capítulo 57

-¿Te va bien ahora? –dije.
- Por supuehto. Ehtoy en unoh bancoh debajo de la polla giganteh. –me hizo soltar una pequeña risa.
- Vale voy para allá. –colgué.
Me puse uno de mis gorros, los guantes y las botas y esta vez no cogí paraguas. No sabía si llevarle el regalo a Mangel o no todavía, mejor me esperaré a dárselo en fin de año.


Salí hacia la torre, tuve que coger el bus para llegar. Fui hacia allí y a medida que me acercaba vi la silueta de Mangel. Estaba de pie al lado de uno de los bancos, estaba inquieto. No dejaba de mover los pies de un lado a otro.

Al verme esbozó una pequeña sonrisa con dolor, me acerqué a él y esta vez no pudimos resistir. Nos abrazamos. Un abrazo cálido, lleno de sentimientos que nos carcomían por dentro, ira, tristeza, dolor… amor. Escuché como intentaba no arrancar a llorar, y yo igual.
Nos sentamos en el banco.
- Mucha graciah por venih. –me miró.


- No hay que darlas, no me cuesta venir, lo que me cuesta es irme.
- Pueh no te vayah.
- Dame motivos para no hacerlo. –aparté la mirada de sus ojos llenos de dolor.
Bufó. – Sé, no mu bien porque no macuerdoh, pero me han contao lo que pasóh y… -dejó de hablar  un momento. – Sé que fui un completoh idiotah peroh…
- ¿Pero? –lo miré a los ojos, subió la mirada también. Bufó sin saber que decir. –No me gusta ser así contigo, pero me dolió, muchísimo.
- Sé que te dolioh, a mí también me duele haberte dicho esoh.
- ¿Pues por qué lo hiciste?
- Ehtaba borrachoh, creo que nunca me había emborrachao tantoh.
- Pues no sé qué decirte Mangel. –aparté la vista de nuevo. - ¿No recuerdas lo que me dijiste antes de eso? –lo volví a mirar. Estábamos bastante separados. Pensó durante un momento.
- Anteh de que me quede tontoh por el alcohol, quiero que sepah que te quieroh y no te cambiaríah por ninguna chicah.-repitió sus mismas palabras.
- Pues no entiendo cómo te acuerdas de eso y no de lo otro.
- Por queh eso es de verdah, es lo que sientoh. Lo otro fue la mayoh mentira que he dicho en mi vidah. Y prefiero olvidarlah.
- Yo también. Pero no sé cómo.
Suspiró. –Sabeh que el alcohol hace perdeh  a uno el autocontroh. –no dije nada. – Que la personah confunde la realidah con suh invencioneh. –siguió.
- Vale Mangel.
- No sé cuantah veceh tengo que decirte que lo sientoh.
- Nunca es suficiente.
- ¿Entonceh que tengo que haceh pa que me perdoneh?
- Solo déjame pensarme las cosas un tiempo ¿vale?
Suspiramos a la vez.
- Oye yo no quieroh que noh dejemoh de hablah, quiero que to vuelva a seh como anteh.
- Yo también. Pero solo te estoy pidiendo tiempo para pensar las cosas. El mundo no se va acabar.
- Oh y ya, ya hablé con Sandrah.  Que ella también estabah borrachah y dijo que lo sentíah si te sintió mal.
- ¿Te crees que me importa lo que me diga esa? -lo miré con una ceja levantada. - Pues qué bien de su parte. –dije en tono borde, me daba igual esa Sandra. Me quedé sentada con una pierna encima del banco mirando hacia un lado.
- Mañana me voy pa Madrih. ¿Vendrah pa año nuevoh? –dijo mirándome.
- Sí. –dije seca todavía mirando hacia un lado. Notaba como Mangel me miraba. Se levantó y se acercó a mí.
- Lo sientoh, y que sepah que te quieroh. –colocó una mano detrás de mi cabeza y besó mi frente. Luego se dio la vuelta y empezó a andar. Tenía ganas de levantarme y abrazarlo de nuevo, pero algo me decía que no.  Vi como se alejaba mientras daba patadas a piedras, antes de cruzar la calle y quedarme sin ver su silueta se dio la vuelta y me miró.

Me quedé como un cuarto de hora sentada en el banco con la mente en blanco. Más tarde me dirigí a casa. Estuve hablando con Mario Dickstroy y se disculpó por parte de su amigo, quedamos en que iríamos juntos a tomar algo, pero sin coche.
Llamé a Laura que se encontraba con Rubén.
- Que casualidad. –reí al teléfono.
- ¿Cómo va todo? –dijo Laura.
- Bueno, acabo de verme con él.
- ¿Enserio?
- Hemos hablado las cosas y tal… le he pedido un tiempo para reflexionar.
- Bien. –dijo ella.
- ¿Cuándo te vienes pacá? –dijo Rubén cambiando de tema, siempre tan alegre.
- Pues supongo que en unos días estoy ahí.
- Vente ya, te va a dejar a Lou más gordo que un elefante.
- ¡NOO! –exclamé bromeando.
Hablamos durante un rato más y luego me eché una siesta en el sofá. Pensaba volver en pocos días, pero todavía tenía cosas que hacer con Tania y mi madre. Mangel no volvió a hablarme por WhatsApp. A veces tenía ganas de hablarle yo, pero me resistía.
El día transcurrió rápido y sin ninguna novedad, excepto las noches, me costaba dormirme mucho y las pesadillas eran constantes y no sabía qué hacer, por la mañana cuando desperté, Mangel ya había vuelto a Madrid seguramente, o estaba de viaje todavía. Salí a dar un paseo por la nieve. Llegué a un puente y me apoyé en la barandilla mientras descansé la cabeza hacia atrás y cerré los ojos, nieve caía sobre mi cara mientras recuerdos inundaban mi mente.

Laura, Tamara y yo riendo como mongolas cuando íbamos al instituto juntas, sin importarnos lo que los demás pensaran de nosotros. Rubén haciando el tonto con Lou.


Mangel y Rubius disfrazados y haciendo el tonto por las calles de Madrid.


Cheeto haciendo el tonto en Navidad.


La sonrisa de Mangel la primera vez que lo vi.



Abrí los ojos de nuevo y un copo de nieve se me metió en el ojo, haciendo que apartara la cabeza bruscamente.
- Maldito copo. –me rasqué el ojo.
- Él no tieneh la curpah. –escuché como reía.

Miré a mí alrededor y no había nadie a mí alrededor, coches pasaban por debajo del puente, pero a mi lado, absolutamente nadie. 

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