lunes, 30 de diciembre de 2013

Capítulo 52

Cerré cuidadosamente las persianas por donde entraba algo de luz y me senté en una silla delante de él. Encendí la linterna del móvil y la coloqué debajo de mi barbilla, haciendo que yo pareciera una muerta viviente. Le di un toque y abrió los ojos lentamente, al verme soltó un grito y me tiró una almohada, luego encendió la luz.
- ¡Ay! –me quejé.
- Mamonah. –rió él.
- Te dije que me las pagarías. –le di un beso, más bien fue un impulso.
- ¿Qué cojones Mangel? –Rubén apareció por la puerta. - ¿Y tú qué haces aquí? –rió
- ¿Cómo ha entraoh? –dijo Mangel. Saqué la llave y la lancé arriba y abajo entre mis manos. Luego se la lancé a Mangel.
- Soy un as.
- Iaputa. –dijo mirando a Rubius y riendo.


- Venga, a vestirse de gala ya. –les ordené.
- ¿Qué dices? Si todavía faltan horas mujer. –dijo Rubén tirándose sobre el sofá.
- ¿Y tienes claro lo que te vas a poner? –repliqué.
- Si, el traje de Slender. –rió. Yo subí una ceja. - ¡Es un smoking! ¿Qué más quieres?
- ¿Y tú? –me referí a Mangel.
- Tengo el trajeh der día de la boda de mi hijah. -rió
- ¿El día de la boda de mi boda?  -dijo Rubén, se acercaron y se cogieron de los brazos, luego me miraron cómo si fuera lo más fuerte del mundo.


- Pues yo me tengo que ir a comprar algo. Así que, me voy.
- Chicas. –dijo Rubén dirigiéndose a su habitación. Yo tosí.
- Va a venir Laura. –tosí de nuevo. Rubén asomó la cabeza.
- ¿Y a quién le importa?  -dijo con una ceja arqueada.
- Lo que yo hagah, a quien le importah lo que yo digah. –tarareó en voz baja Mangel. Yo reí.
- Cómo si viene Carmen de Mairena, yo no voy a comprar para quedarme media  hora sentado en un sofá que a saber si habrán. –rió.
- Ah… No, si yo solo lo digo… Por qué el otro día vi que…-dije dando muchos rodeos.
- No me vas a convencer. –dijo Rubén escondiendo la cabeza.
- Eso eh lo que dicen todah, y acaban picando siempreh. –dijo Mangel jugando con Raspy.
- ¡Si lo vas a pasar bien mujer! –grité. Al ver que me ignoraba me volví hacía Mangel. -¿Y tú? –me agaché hacia él y puse cara de perro abandonado.
- Ni hablah.
-Jooooo. –me quejé. - Bueno, que me voy ya. Me esperan las de mi especie.
- ¿Y yo queh soy?
- Tu… una cosa rara. –le lancé un beso. - ¡Por cierto! Hoy me sacan esto. –señalé mi escayola ya olvidada y salí por la puerta.

Me dirigí hacía mi casa de nuevo y llamé al timbre para que Laura bajara. Esperé sentada sobre las escaleras del rellano dónde casi nos matamos Mangel y yo y un cuarto de hora más tarde llegó Laura. Fuimos a llamar a Tamara a su casa pero no estaba, la llamamos al móvil y dijo que había salido a la farmacia a buscar algo y que no necesitaba ningún vestido, que ya tenía uno.
- Apuesto lo que quieras a que está en casa de Cheeto. –rió Laura.

Laura me acompañó al médico para que me sacaran la escayola, cuando lo hicieron me dieron una crema que me tenía que poner y me advirtieron de que no hiciera movimientos muy bruscos con la muñeca.
Fuimos a comprar algo y yo me fije en un vestido que era todo negro e iba conjuntado con una chaqueta y un pañuelo (más las medias que me compré).  Me lo probé y decidí en comprármelo. Al fin y al cabo, era solo una noche. No necesitaba uno de 1000 euros.
Laura se compró una falda junto a unas medias y una camisa de tirantes. Luego miró alguna chaqueta  que conjuntara. En resumen, nos compramos las dos algo con lo que ir esa noche y luego llegó el comprarle unos tacones a Laura. Ninguna de las dos solía llevar tacones, pero cómo yo ya tenía.
- Venga mujer. Si es solo una noche.
- Ya, pero es que ando fatal con eso, además son incómodos.
- Cuando te acostumbres verás, además ¿Te crees que me parece gracioso estar más alta que la torre de Pisa?

Finalmente cedió, y se compró unos bastante monos. Cuando acabamos las compras comimos algo y luego fuimos a casa ya cansadas. Me quedé dormida en el sofá mientras Laura se duchaba.
- Quita pallá. –me despertó de golpe.
- ¿Pero cuanto rato has estado? –miré la hora, las 7:25. Habíamos quedado a las 8:00. - ¡Pero mujer! –corrí a la ducha y me lavé mientras Laura se secaba el pelo y de más. Salimos rápidamente (yo sin maquillar, ya que me llevé las cosas para maquillarme en casa de Mangel) y llegamos a su casa. Llamamos al timbre, todavía faltaba media hora o así. Nada más llegar, Rubén abrió la puerta, tenía el pelo todavía húmedo y estaba casi vestido.
- Míralo que bonico con su traje. –comenté, me metí en el baño rápidamente y vi a Mangel en la ducha. Cerré la puerta de golpe. Rubius se acercó mientras sacaba la lengua.


- Cuando aprenderás. –dijo poniendo una mano sobre mi hombro y dirigiéndose a la cocina, llenó un cubo de agua fría. Ya sabía lo que iba a hacer. Lo hizo en uno de sus vídeos sí.
Abrió la puerta del baño y la de la ducha también, Mangel estaba cantando. Entonces le tiró el cubo por encima.

Empecé a reír y Mangel al verme soltó un grito y cerró la puerta de la ducha de golpe.
- ¡Hijo putah! –gritó. Rubius lo imitó.
Cuando acabaron todo el percal me metí en el baño y empecé a arreglarme. Me peiné y sequé bien el pelo y cuando fui a coger lo del maquillaje no estaba. Salí del baño y vi el panorama.
Laura reía mientras les decía cómo se tenían que poner las cosas. El resultado no fue muy agradable.



Les cogí mi neceser y me puse a maquillarme yo.  Cuando salí, por mi suerte ya estaban todos preparados.
Llamaron al timbre Tamara y Cheeto (que casualidad que llegaran juntos eh). Y Cheeto había hecho la comida, Rubius y Mangel solo habían comprado cosas para picar. 



Estuvimos cenando tranquilamente, más tarde nos despedimos de Cheeto y Tamara y Rubén y Mangel se fueron a cambiar. Mangel estaba luchando para poder sacarse la pajarita, me acerqué a él y con un suave tirón le saqué. Me vino a la cabeza el recuerdo sobre el momento en que le ayudé a ponerse la lentilla.

- Sabeh que lo hice a posta ¿noh? -dijo como si me leyera la mente. 
- Me empiezas a dar miedo. -arqueé una ceja mientras le acababa de sacar el lazo. Me hizo una sonrisa. 





 Cuando se cambiaron, nos dirigimos directos a Rockerz. Había bastante gente, ahí te podías encontrar a cualquiera.  Espero que no sea el caso.
Cogí el brazo de Mangel y reposé mi peso mientras esperábamos en la cola. De pronto pasó un grupo de gente y alguien cogió el brazo de Mangel. Él se giró y seguidamente yo.
- ¡Mangel!
- ¿Sandrah? –rió Mangel abrazando a aquella chica. -¿Qué tal San? –se formó una sonrisa en su cara y yo, bueno, mi cara de asco era increíble, sí, soy muy celosa.
- ¡Muy bien! ¿Y tú? Hacía muchísimo que no te veía
- Ya veh. Yo mu bien. –me miró. – Ehta es _______. –le di dos besos a Sandra por educación, parecía simpática sí. Pero yo estaba celosa, fin de la historia. – Y ya tacuerdah de Rubiuh, y ehta es Laurah. –los señaló. Laura me dio un pisotón en el pie y por poco no se me saltan las lágrimas por el dolor que me provocó el tacón. Le devolví el pisotón.
- Bueno. –sonrió ella. –Nos vemos dentro. –hizo una pausa. – ¡A mover el bote! –rió. Yo hice una risa falsa y me volví a girar.
- Joeh, como ha cambiao San. –le dijo Mangel a Rubius que también se giró de nuevo.
- Ya ves.
- ¿Esta cola no avanza? –dije intentando disimular para cambiar de tema.

Finalmente entramos dentro.

- ¡Hoy me via emborrachah de una manerah!-comentó Mangel dando saltos. La música sonaba a todo volumen, y solo llegar ya nos pusimos a darlo todo. Mangel me llevó a la barra y ya pidió algo de alcohol. Perfecto, yo bebí, y bastante. Pero no quería pasar los límites. Así que a la quinta copa ya lo dejé. Empezamos a bailar sin parar,  Mangel no dejaba de reír y gritar. Y yo lo seguía, como la loca que soy.
Mangel se arrimó hacia mí y me acercó a él, me susurró:

- Anteh de que me quede tontoh por el alcohol, quiero que sepah que te quieroh y no te cambiaríah por ninguna chicah.

Paré de saltar y lo miré a los ojos, él dejó de saltar también. Me abracé a su nuca y nos besamos. De todas las veces que habíamos ido a discotecas las tres últimas habían sido las mejores. 
Seguimos bailando a lo nuestro y Mangel fue alguna vez más a beber. Yo no era quién para decidir lo que él podía hacer, pero no quería que siguiera bebiendo. Vi a Rubén venir hacia mi entre la multitud, empezó a hacer de Ust.


- ¿Qué tal? –comentó. -¿Vas pedo ya?
- Bueh. –reí. –El que de verdad va pedo es él. –señalé a Mangel que venía andando cómo si estuviera agonizando.
- ¿Has visto a Laura? –dijo.
- Ni idea. –negué. – Vamos a buscarla y voy a tomar un poco el aire. – Ahora vengo. –le susurré a Mangel dándole un beso en la mejilla. Asintió.
Rubén y yo caminamos entre la gente apretujándonos cada vez más. Fuimos hasta la barra y me subí de rodillas sobre un taburete que había ahí. Un chico de delante gritó.
- ¡Guapa! –silbó. Yo lo ignoré, no era para nada un perro yo. - ¿Eres la prostituta de cambio o qué? –empezó a reír con sus amigos. Decidí ignorarlo. Bajé con la ayuda de Rubius y seguimos buscando.


Con la mirada llegué a ver algo y creo que Rubén también lo vio por que se quedó parado como yo, o incluso peor.
Jannies se encontraba a pocos metros y estaba besándose con un chico.
Rubius se fue andando rápidamente entre la multitud antes de que yo pudiera retenerlo. Lo seguí hasta llegar fuera donde se quedó apoyado en la baranda de una escalera. Me quedé junto a él y coloqué la cabeza sobre su hombro.
- Rubius yo… -hice una pausa, mis esfuerzos resultaban ser en vano. Tanto Rubén como yo habíamos visto esa escena. Y sabía que todavía no lo tenía del todo superado. –Tienes que dejar correr eso. No vale nada. –él siguió sin decir nada, miraba hacia otro lado como si yo no existiera.
Abrí el móvil y le envié un mensaje a Laura diciéndole que saliera fuera, me contestó con un: Ahora voy. Y a los minutos la vi saliendo por la puerta, fregué el hombro de Rubén y le di un beso en la mejilla. Luego me dirigí a Laura y le susurré lo que había pasado. Los dejé fuera hablando y yo me volví dentro. La escena que vi a continuación creo que es de las peores que he visto.


Me quedé con la palabra en la boca mientras observaba lo que estaba pasando. 

domingo, 29 de diciembre de 2013

Capítulo 51

Siguieron haciendo el subnormal durante un buen rato. 




Empezamos a montar el árbol cuando Laura llegó. Colocamos las bolas y las luces y luego me dejaron poner a mí la estrella. Subí sobre una silla y la coloqué, todos aplaudieron. En mi casa siempre la solía poner mi padre. Mangel me tendió la mano y me ayudó a bajar. Pusieron música y empezaron a bailar y hacer gilipolleces que sacan una sonrisa a cualquiera. Me acerqué al árbol y observé las luces que colgaban de él. Más recuerdos llegaron a mi mente.
*
Mi hermana le había regalado a mi madre por su cumpleaños un pase para un concierto e iban a ir juntas. Ese mismo día por la mañana me dirigí a clases. Como siempre, normalitas, pasaba el día con Laura y alguna que otra vez nos juntábamos con Mangel y Rubius para comer juntos. Siempre íbamos a un bar al lado del instituto a comer y al terminar, Mangel y yo íbamos juntos a casa (ya que éramos de la misma urbanización) y Laura y Rubius se iban por otro lado cada uno a su casa.
Ese día fue uno de esos días en los que quedamos con ellos dos para comer, al terminar, Mangel y yo nos pusimos en camino. Mi casa siempre llegaba primero, la verdad es que por el camino casi nunca charlábamos de nada. Simplemente andábamos y de vez en cuando comentábamos que podríamos hacer el sábado por la noche en Zoo o algo así.
Ese  día, Mangel me acompañó hasta la puerta, y mi padre al verlo, fue tan amable y lo dejo pasar. Pero siempre con una condición.
- ¡Quédate para ayudarnos a poner el árbol hombre! –dijo dándole a Mangel en la espalda. Él cedió, al fin y al cabo nadie le decía que no a mi padre.
 Montamos el árbol y colocamos las bolas, mi padre puso la estrella como siempre y luego cada uno se fue por su bando. Mi madre y mi hermana fueron para el concierto, y mi padre a descansar. Estaba ya en esos días pachuchos, lo escuché toser alto mientras subía las escaleras. Mangel y yo nos quedamos en el salón sin saber qué hacer, me notó algo ñoña. Y la verdad es que lo estaba, me empezaba a hacer a la idea de que esas serían las últimas navidades que pasaría con mi padre. Lo tenía claro.
Me levanté y me dirigí al lado del árbol, en mis dedos enrollé el cable que sujetaba las pequeñas luces que lo decoraban. Las miré durante un largo rato cuando noté una respiración a mi lado. ¿Todavía no se había ido?
- ¿Te pasa argoh? –preguntó observando las luces también.
Giré la vista y observé sus ojos, creo que fue en ese momento en el que me di cuenta de lo importante que era para mí. Entonces fue cuando le conté lo del cáncer y todo lo de mi padre, y esa fue la primera vez que me abrazó. Y la primera vez que me di cuenta de que sus abrazos eran de los más cálidos que me habían hecho.


*

- ¿Te pasa argo?  -volví a la realidad. Me giré y vi la misma imagen que hace unos años, esos ojos inocentes que hacía años me habían hecho la misma pregunta. Asentí e hice una sonrisa falsa. Mangel no tenía que ser adivino para saberlo. Me envolvió en sus brazos. – Sé que lo echah de menoh. –me dio un beso en la cabeza. - Todoh lo hacemoh. –me reconfortó.
- Bueno. ¿Mañana hace Rockerz? –dijo Rubius asomándose por la cocina.


- ¡Claro! –dijo Laura.
Cheeto y Tamara vinieron también. Mangel y yo nos separamos y disimulamos (muy mal la verdad).
- ¿Te apetece Tam? –me dirigí a ella.
- Buenos. –dijo con la voz más acatarrada que he oído jamás. Tosió. – Me lo pienso.
- Oyeh ¿Tu estáh máh enferma que 7 noh? –dijo Mangel.
- ¿Pero no la oyeh que tiene máh mocoh que er culo dun gorilah? –dijo Cheeto. – Lleva doh diah iguah.
- Oy, y tú te has quedado con ella para cuidarla ¿eh? –dijo Rubén.
- Calleh la bocah. –no noh apeteceh. –dijo Cheeto.
- Habla en plural. –Rubén se puso una mano delante de la mejilla y giró la cara hacia nosotros. - ¿Y si vamos vestidos de gala? –propuso.
- El otro. –dijo Laura.
- ¿Por qué no? –dijo él.
- Nah Rubiuh, eso pa bailah no va bien. Hacemoh una cena y luego vamoh Rockerz. –corrigió Mangel.
- A la cena sí que vamos. –dijo Tamara.
- Venga, pues mañana todos de gala para cenar. Cenamos aquí. –dijo Rubén.
- Aleh. Pa casa tós. –Mangel nos echó a todos fuera. Lo miré con cara de pena. – Lo sientoh, tu también te vah. –rió.
- Me las pagarás. –arqueé una ceja.
- Uy. -susurró él cerrando la puerta, la paré antes de que se cerrara del todo. Entonces sin que Mangel se diera cuenta cogí sus llaves de dentro de la chaqueta que había colgado en una percha.
Me dirigí junto a Laura a mi casa, parece que ya se había ido a vivir allí. En el sofá ya estaba bien, beh. Tamara y Cheeto se fueron por otro camino. Nos despedimos de ellos.
- Creo que tienen algo esos dos. –susurró Laura.
- Beh, a saber.
- Enserio, lo veo.
- ¿Cómo yo veo lo de tú y Rubén?
- ¿Cómo yo veo lo de tú y Mangel? –me imitó.
- Pireh. –imité a Mangel.
- ¿Lo ves? Hasta lo imitas. Ahí hay tema… -rió. Me interrumpió antes de que dijera nada. –Me resulta gracioso, que seamos tres y tres.
- Ya, si no tú te quedarías sola, y no es plan ¿eh?
- Marrana.
- Zorrona.
- Guarrosa. –replicó.
- Ya basta, que te hecho fuera de mi casa ¿eh?
- Perdón Mamá. –bajó la cabeza. Yo le di un golpe en el hombro.
Llegamos a mi piso y fuimos a dormir pronto, esta vez no me quedé hablando con Mangel hasta las tantas.
Durmiendo, soñé (o tuve) más recuerdos.

*
Ese día, a Mangel y Rubius lo habían llamado para ir a Disaster Party, una discoteca. Mangel me invitó, y Rubén invitó a Jannies, que por ese tiempo estaba con ella pero claro, estábamos entre el público. Fue bastante una locura, pero fue super divertido.





Mangel me miraba de vez en cuando des del escenario y reíamos. Después de esa noche, Jannies se fue con Rubén y Mangel (algo borracho que estaba) me cedió el paso a su casa también. La verdad, no sabía lo que iba a hacer allí. 
Mangel se dirigió a su habitación mientras seguía riendo, y yo me senté en el sofá con Raspy. Mangel vino conmigo minutos después, esperaba que no se comportara como cualquier otro borracho, que se comporta como un gilipollas. No pensaba pasar por eso, a lo había pasado una vez con mi antiguo novio, se volvió loco un día y tuve que llamar a la policía. Pero eso son historias del pasado, no llegó a tocarme. 

  Mangel se me quedó mirando y yo dejé a Raspy en el suelo, volví la mirada a él. Tenía los ojos rojos y estaba sudando, hombre, con tanto bailar es normal. Puse mi mano sobre su frente caliente y me iba a levantar para buscar una toalla mojada, pero él me agarró de la mano y me volvió a sentar en el sofá. Puso su mano contra mi mejilla. Mi cara era tal que la de una fan loca cuando ve a su ídolo. Estaba flipando. ¿Mangel Rogel me iba a besar?

Me hizo agachar la cabeza hacía él y cada vez podía notar su aliento más cerca. Olía a cerveza sí, pero me daba igual. Cerré los ojos esperando lo mejor y entonces me asusté, me aparté de golpe. Rubén había salido de su habitación y se dirigía hacia la cocina cuando nos vio. Suerte que me había apartado a tiempo, vino hacia nosotros y le dio un vaso de agua a Mangel.

- Cuando se pilla estos pedos no hay quien lo aguante, dale mucha agua. –le dio el vaso de agua. Se veían tan pequeños comparados con ahora.




Después de eso Mangel cayó en el sofá dormido, y yo decidí irme hacía mi casa.

*


Sonó mi alarma algo pronto, desperté y me dirigí a casa de Mangel. Ahora me tocaba a mí. Saqué las llaves que le había robado a Mangel de la chaqueta y entré silenciosamente en su casa. Entré di una ojeada en la habitación de Rubén que dormía con la almohada de Mangel entre sus brazos.  


Reí para mí y me dirigí a la habitación de Mangel asomé la cabeza por su puerta y lo vi moviéndose entre las sabanas. Le fui sacando la sabana poco a poco y él se quejó. Pero seguía sin despertarse. Entonces recurrí a la manera más efectiva. 






jueves, 26 de diciembre de 2013

Capítulo 50

Sostuve la bengala entre mis dedos y me fije bien en ella, en los recuerdos que me traía esa bengala. Recuerdos llegaron a mi mente. 
- ¿No crees que es un poco para críos? -miré a Mangel y parece que estábamos pensando lo mismo.




*
Era la noche de San Juan, yo iba a empezar el nuevo curso en batchillerato, de hecho faltaba poco para empezar las clases. Esa misma noche, como muchas de las noches de San Juan, la pasaba en familia. Y nos reuníamos todos los vecinos para celebrarlo. Me acababa de mudar a una nueva urbanización de Madrid, así que de vecinos conocería a pocos. Me dirigí con los hijos de uno de los vecinos, de unos 5 años o así, y me puse a jugar con ellos.
Cómo no podían tirar cohetes, les tenían que comprar fuentes de colores, bombetas, o bengalas. Siempre me habían fascinado las bengalas, con sus vivos colores. Cogí una de esas y la encendí, empecé a dibujar formas en el cielo, como si fuera un niño pequeño.
- ¿No creeh que es un poco para críoh eso? –dijo una voz muy familiar detrás de mí.
Giré la vista y lo vi, a esa persona que yo solía ver siempre desde la pantalla de mi ordenador, el que me hacía sonreír a diario. El chico de pelo moreno, ojos castaños y sonrisa de ángel, el que ese mismo día fue el día en que llevaba esa sudadera de Boston que tan bien le quedaba.   Al que le daba “iguah”todo. Recuerdo que abrí un poco los ojos y disimulé para no aparentar que estaba loca.
- Depende de lo que signifique crío para ti. –le sonreí.
- Pueh… jugah con eso por ejemplo. –hizo una sonrisa torcida que me deshizo.
- Vaya. ¿Es que no tienes infancia tú?
- Dependeh de lo que signifiqueh infancia para tih.
- ¿Jugar con cosas como estas? –levanté la bengala que se estaba consumiendo ya.
Hizo una risa.


- ¿Cómo te llamah? –soltó. Todavía no me creía que me estuviera hablando a mí, bajé la mano donde sostenía la bengala ya que estaba temblando, algunos pensaran que era una fan loca. Pero de verdad me encantaba ese tío.
- ______. –dije nerviosa.
- Mang… -tendió la mano y yo rápidamente se la quemé con la bengala ya apagada. La sacó de golpe. - ¡Ah!
- ¿No crees que está muy pasado de moda estrechar la mano a las mujeres? ¿Mangel Rogel? –dije riendo ante la cara que puso al saber que yo sabía quién era.
- Vayah… tenemoh aquí a una marvada.
- Eso parece. –cogí la bolsa de bengalas y agarré otra, él me hizo un gesto para que le diera una y eso hice. La encendió y empezó a dibujar cosas en el cielo.
- Una pollah. –dijo dibujando. Lo miré de reojo.
- La mía es más grande. –le seguí el rollo mientras reía.
- ¿Y te has mudao aquih? –dijo todavía dibujando.
- Sip, por lo que veo tu vives aquí también. –asintió. – Ahora ya podré hacerte chantaje. –hice una risa marvada.
- ¿Eh? –me miró.
- Págame 50 euros o les digo a tus marvadas dónde vives. –lo miré también.
- Sih… 50 pollazoh. –rió
- Un respeto señor pichagorda. –reímos.
Estuvimos hablando y conociéndonos, recuerdo esa noche como una de las mejores de mi vida. Nos dimos el número de teléfono y resultó que íbamos a la misma clase en batchillerato. Desde ahí conocí a Rubén, a Cheeto y a muchos más amigos.
*

- Dependeh de lo que signifiqueh crío pa tih. –dijo balanceándose en el columpio.
- Hacer eso por ejemplo. –reí observándolo.
- ¿Eh que no tieneh infancia? –repetimos el diálogo de hace unos años.
- ¿Es que no te das cuenta de que nos hemos cambiado los papeles? –reímos a la vez.
Mangel se sentó en el columpio de lado, como si fuera un caballo, y se columpió hacia mí. Hice lo mismo y nos quedamos uno delante del otro. Yo cogí sus cadenas y él las mías. Tiró de las cadenas hacía él y por poco no chocamos de cara. Le di un beso al lado de la nariz, en la mejilla. Él hizo lo mismo y luego bajó sus labios hasta los míos.
Nos dimos un beso húmedo y luego nos separamos al escuchar una risa. Vi a alguien esconderse detrás de un árbol. Mangel se levantó del columpio y fue hasta ese árbol, adivinad quien estaba detrás.



Rubén se acercó a nosotros y rió. Empezó a hacer el tonto con uno de los balancines de niños pequeños. Lo observé mientras reía y más recuerdos vinieron a mi cabeza.




Había quedado con Mangel para dar una vuelta por ahí, efectivamente ya sabía quién era Rubén, pero no lo conocía en persona. Recuerdo cuando lo vi, venía con la sudadera de DC verde, en vez de la chaqueta de cuadros que llevaba siempre. Tenía algo de flequillo mal peinado, y ese día Mangel vino con una chaqueta a rayas que más adelante me regaló.



- ¿Qué tal muyaya? –fue lo primero que me dijo Rubén.
- Muy buenas criaturita –tuve el valor a decir. Él sonrió. No quería aparentar una fan loca o algo, pero tenerlos ahí a los dos me causaba… mucha felicidad, y ganas de saltar y bailar por supuesto.  Fuimos a tomar algo  y esa misma noche fuimos a Rockerz, otra discoteca. Mangel llevó la sudadera.




Estábamos esperando en la cola para entrar, hacía un frío que pelaba, me agarré los codos y por poco no me quedo sin dientes, y yo no suelo ser muy friolera.
- ¿Tieneh fríoh? –dijo Mangel.
- No no, estoy bien. –le sonreí disimulando.
Se sacó la sudadera y la colocó sobre mis hombros. Mi cara fue cómo cuando estás helado y te metes en un baño con agua ardiendo. Pues tal que así, Mangel rió al ver mi expresión.
Unos días después de la noche en Rockerz, vinieron mis primos a casa. Y recuerdo que mi madre me dejo invitar a algunos amigos, invité a Mangel, Rubius y Laura. Tamara hacía mucho que no hablaba con ella. Esa fue la primera vez que Laura vio a Rubius y Mangel, y se quedó con la misma cara que yo la primera vez. 
Rubén estuvo jugando con mi prima y mi primo. Se veían adorables.





Rubén volvió la vista a mí y como si me leyera la mente dijo.
- Tenemos que volver a Rockerz. –sonrió
- Ya ves. –asentí.
- Hacen una fiehta por navidah. –sonrió Mangel.
- Pues tenemos que ir. –insistió Rubén.
- Vamos a casa que me estoy helando. –me cogí  los hombros.
- Vamoh, que teemoh que poneh los adornoh de navidah. –sonrió Mangel.
- Ah  ¿pensáis que os voy a ayudar?  -dije.
- Claro que sí. –dijo Rubén.
- Pues vais listos, si os ayudo me ayudáis con mi casa eh.


Nos dirigimos a su casa y llamamos a los demás para que vinieran a ayudar. Tamara llegó con Cheeto y Laura todavía seguía en casa, seguramente durmiendo. Desempaquetamos las cosas y yo fui hacia Tamara. 
- ¿Qué tal? -le dije
- Bien... -casi susurró. 
- ¿Qué pasa? ¿Te ha vuelto a hablar Mario? 
- Eh... no.  
- ¿Sabe dónde vives? -insistí 
- No lo sabe. 
- Suerte... ¿Pero te ha vuelto a hablar o no? 
- Que no tía. Vio el mensaje y ya está. -cogió una caja caja y se dirigió hacia el salón. No me acabé de tragar eso, fui hacia Cheeto que cargaba una caja también.
- ¿Qué ha pasado con Mario? –miré a Tamara.
-Tamarah se quedó en mi casah ayeh, no me fiaba.
- Pero si me acaba de decir que no sabe dónde vive. –arqueé una ceja.
- Pueh no sé que decih, pero Mario llamó amenazandoh.
- Joder… De locos sueltos hay muchos.
- Sih, y nos han tocao doh. Esperoh que no le deh por hacer nah.
- Déjalo estar, otro gilipollas así lo único que se puede hacer es ignorarlo.
- Sip, pero iguarmenteh. Que a Tamarah no la va a tocah.
- Awww. –le dije enviándole una mirada. Empezó a reír. – Por cierto, no nos han tocado dos locos, nos han tocado muchos más. –miré a Mangel que estaba haciendo el tonto con un esprai, y Rubén había encontrado un gorro y también estaba haciendo el tonto.





miércoles, 25 de diciembre de 2013

Capítulo 49

Primero deciir que sorry por tardar en colgar, pero sabéis como es lo de la Navidad, la familia etc :'3  Luego, que Mangel está aquí en Barcelona.. eh.. sí. De verdad. Y no me hace gracia que no haga quedadas, por que lo necesito ver como muchas de vosotras D': Así que me tendré que patear Barcelona antes de que se vaya o algo.. ajajajas Y bueno por último que la novelilla está a punto de acabar D: Faltan algunos capitulillos aún, KEEP CALM. ¿Pero cuando se acabe que preferís que haga? Comenzar otra sobre... Rubén, otra de Mangel... Cómo vosotras prefiráis ^^ Había pensao de seguirla como si fuera tra temporada (:'D) pero no sé, no me gustaría cagarla.. Lo estoy pensando todavía, así que decidme algo por twittah (@pathoranmalik) y comentad que os parece la novelilla :D A LOT OF LOVE y Felices fiestas <3 




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- ¡Tío! –gritó Mario. Su amigo volvió la vista a la carretera y dio un volantazo hacia el lado. Nos dimos por un costado del coche, donde me encontraba yo y Mario. El impacto me hizo tirar hacia el lado y el cinturón por poco no me arranca el cuello. Lo que dice la gente sobre que antes de morir ves la vida pasar debe ser verdad, porque tuve una imagen sobre mi padre sentándome sobre su regazo y votándome como si fuera lo más divertido del mundo para mí. 
Mangel interrumpió mis visiones agarrándome del brazo y abriendo la puerta para sacarme fuera. Mario también salió y su amigo igual, empezó a salir humo del coche, menos mal que Mangel me sacó a tiempo. Me quedé un momento en shock, analizando la situación paralizada entre los brazos de Mangel.
- Ostias… -susurró Mangel abrazándome fuerte.
El coche tenía una abolladura en un costado y seguía saliendo humo. Mario y Mangel se miraron y empezaron a reír. No le veía la gracia. Mario se volvió a meter en el coche y su amigo en el copiloto, Mangel se dirigió a la puerta de atrás y me señaló para que subiera.
- No sé donde veis la gracia vosotros. –dije cruzándome de brazos.
- Venga, que yo sé conducir. Voy lento. –dijo Mario. Mangel esperó a que me metiera dentro y finalmente lo hice.
- Déjanoh en casa de Cheetoh, que llega mah cerca. –dijo Mangel.
Llegamos ahí y me cambié de ropa antes de entrar, sí. Había ido con el traje de tigre durante todo el rato, me verían como la pirada que soy. Nos dejaron allí, nadie había sufrido ningún tipo de daño, así que no hacía falta que se lo dijéramos a nadie. Aunque Mangel no lo entendió bien.






- Pues a mí no me ha parecido gracioso. –comenté
- Estamoh bien, eso es lo únicoh que impotah. –Mangel se acercó a mí.
- Si pues, el amigo de Mario necesita clases de autoescuela o algo por qué no me gusta la idea de haber estado a punto de morir.
- Valeh, tieneh razón. –me dio un beso en la cabeza.
- Gracias por sacarme del coche. –dije fregándome la clavícula que todavía me dolía por el tirón del cinturón.
- Solo faltaríah que no lo hubiera hechoh. –hizo “La sonrisa”  que hacía tiempo que no veía.
- Yo me voy a casa ya. –les sonreí a los dos.
- Ya te llevoh yo. –Cheeto se levantó del sofá.
- No no, no tengo ganas de coches, ya voy andando. –me despedí de Cheeto, me acerqué a Mangel para despedirme pero se me adelantó y abrió la puerta.
- Vamoh. –bajamos a la calle sin decir nada. Estaba el día negro, empezó a tronar y aligeramos el paso mientras escuchábamos esto: (Abriid en otra ventana) http://www.youtube.com/watch?v=toO7z9ToQ6Y
Lo acompañé hasta la puerta de su casa, donde justo entraba Rubius  empapado también.



- ¿Y tú? –reí. Me señaló los contáiners.
- Me tomo una ducha.  ¿Y tú?
- Lo mismo. –reí.
Me despedí de ellos dos y me dirigí casi corriendo hacia mi casa.

Llegué a casa y Laura me esperaba estirada en el sofá.
- ¿Y este recibimiento tan fugaz? –dije colgando el abrigo.
-  ¿Y este recibimiento tan empapado?
Fui a la ducha y luego preparamos algo para cenar.
- ¿Te trasladas ya o qué?
- Pues parece que sí. Solo falta mi cama ahí. –señaló una habitación.
- Bah, en el sofá estás cómoda. –saqué la lengua.
- Vaya muchas gracias. Ante todo la comodidad de tus clientes.
- Se acerca la navidad. –cambié de tema.
- ¿Qué me quieres decir con eso?
- Que ya me estás comprando un regalo, y que sea caro.
- ¡Ja! Que te crees que cago el dinero. Además, que te lo compre tu señorito. –arqueó la ceja mientras daba un mordisco a un trozo de Pizza. Le envié una mirada asesina e hizo lo mismo.
Fui a la cama pronto, llamé antes a mi madre para saber cómo le iba todo y luego me quedé un larguiiiiiiiiiisimo tiempo hablando por WhatssApp con Mangel. Así que anula lo de pronto.
- ¡Veo que sigues en línea y no me hablas guarra! –Laura asomó la cabeza por mi puerta.
 - ¡A cagar ya! –le tiré una almohada que cerró la puerta. Me dormí minutos después.

Mangel conducía el coche, yo iba en el asiento de copiloto. Reíamos y cantábamos mientras sonaban canciones en la radio. Nos mirábamos y sonreíamos, de pronto, yo veía  a Yamir atravesando el cristal con el puño y agarrando el cuello de Mangel.

Solté un grito ahogado y desperté sudada, con las mantas pegadas al cuerpo. Miré alrededor de la habitación y Mangel se encontraba sentado en la silla del escritorio mientras se acercaba a mí.
- No ha sido nada tranquilo. –dije respirando hondo.
- ¿Seguroh? –me hizo una mirada intensa.



Lo abracé para asegurarme de que era él de verdad, que seguía vivo. Tenía un trauma grande con Yamir, esas pesadillas no eran normales.
 - ¿Qué haces tú aquí? –me separé de él y reí.
- Pueh darte la buenah mañanah.
- Buenas mañanas. –repetí.
- ¿Te vieneh a dar una vuelta?
- Por supuesto.
Me vestí y fui a la cocina para desayunar algo.  Cogí el ColaCao y una taza, me dirigí a la nevera para coger la leche y Mangel cogió la cuchara y la metió en el ColaCao, sacó un gran puñado y se lo metió en la boca.
- ¿Tu eres tonto? –justo cuando dije eso empezó a escupir todo el ColaCao, por poco no muere ahogado. Empecé a reír.



Salimos hacia el portal bajando por las escaleras y resbalé en el último escalón y caí de culo. Mangel me agarró del brazo para no caer pero en vez de eso cayó conmigo. Otra vez.
- Me cagon dióh. –rió ayudándome a levantar.
- ¿No friegan bien o qué? –reí
Nos dirigimos hacia fuera y fuimos de camino al parque donde habíamos ido días, semanas o incluso un mes antes. La lluvia había parado, pero seguía todo mojado.
Andamos hasta llegar al parque, no había ni un alma. Mangel se sentó en uno de los columpios y se balanceó como un niño pequeño.


Me senté en el otro columpio a su lado, nos balanceamos durante un rato y de pronto él saco algo de su bolsillo. Lo escondió para que yo no lo viera y luego sacó un mechero.
- ¿Y desde cuando fumas tú? –pregunté con una ceja levantada.
- No fumoh. –rió. –Se lo he robao a Rubiuh. –encendió lo que fuera que tenía detrás de la chaqueta y empezaron a salir chispas. Descubrió lo que llevaba escondido y me lo entregó.

- ¿Te acuerdah? –dijo con una sonrisa. 

domingo, 22 de diciembre de 2013

Capítulo 48

- ¿Qué cojones? –dije para mí. Busqué a Cheeto con la mirada. -¡Cheeto! –grité cuando lo encontré.
Corrimos hacia la puerta y Cheeto apartó a Tamara que estaba hablando con Mario (el Bros).
-¿Qué haceh tu aquí? –dijo Cheeto a Mario que se lo quedó mirando con cara de asco.
- ¿Y tu quien coño eres? –dijo con una voz que no le pegaba para nada.
- ¿Te creeh superioh por pegar a mujereh? –soltó Cheeto. Mario Dickstory me miró y yo con mirada preocupante le indiqué que estaba todo controlado. Aun que fuera mentira. Mario (el Bros) miró a Tamara con cara asesina, y esta me miró a mí.
- ¿Qué dices Cheeto? –disimuló.
- Tamarah, que no soy tontoh. – Cheeto miró la mejilla de Tamara.
- Cheeto vete, estamos hablando. –lo miró serio.
- Tam, te estás equivocando. –la cogí de la mano, se deshizo de mi agarre y volvió junto al Mario Bros ese.
- Eh, tranquilidad. Fuera de mi casa pavo. –le mandó Mario Dickstroy al otro Mario. Este obedeció y cogió a Tamara por la cadera y se la empezó a llevar.
- ¿Pero ehte tío de que vah? –dijo Cheeto agarrándolo del brazo. Mario se volvió y empujó a Tamara a un lado y le pegó un puñetazo a Cheeto, al bueno de Cheeto. Soltamos un grito ahogado las dos y nos acercamos a ellos, los intentamos separar pero ponían resistencia. No había manera. Mario y Chevi (un amigo) nos apartaron y los separaron ellos.
- ¡Que te pires de mi puta casa pavo! –gritó Mario Dickstroy de nuevo. El chico nos miró con cara asesina y se fue por la calle. Mangel y Rubén vinieron al escuchar el jaleo.  Mangel me miró con una mirada y le indiqué que estábamos todos bien. (foto)
- Pero tía. ¿Qué coño te pasa? –me giré bruscamente hacia Tamara.
- Había venido a pedir perdón, si me dejarais hablar al menos con él esto no habría pasado.  
- Sí ¿perdón por no haberte matado o qué? ¿Te has dado cuenta como te ha cogido? ¿Cómo te ha empujado? Te trata como un trapo y no te das cuenta. –le escupí (no literalmente claro) –Tía, no sabes por lo que acabo de pasar… hazme caso por una vez.
- Sí que lo sé tía, pero si confiaras más en mi te darías cuenta de que Mario…
- ¡Que ese tioh es gilipollah! –gritó Cheeto escupiendo algo de sangre en el suelo.
Mario Dickstroy nos indicó que fueramos hacia dentro, Mangel colocó una mano sobre mi cadera y me dio un beso en la cabeza, como forma de seguridad. No me podía volver a meter en un lío como el anterior con Yamir. Volvimos dentro y fuimos a la cocina, Cheeto se enjuagó la boca y Mario nos invitó a tomar algo. Me quedé en la cocina con Laura, Mangel y Rubius mientras Tamara y Cheeto fueron a hablar fuera.
Me senté en el mármol de la cocina al lado de la ventana para escuchar lo que decían. (¿Alguien ha visto a una cotilla sentada junto a la ventana? Yo sí)
Rubén sacó el tema sobre lo que podíamos hacer esa noche, pero yo estaba out escuchando la conversación.
- ¿Por queh te dejas tratah así Tamarah? –dijo Cheeto.
- Cheeto, supongo que te lo habrá contado _______, pero fue un error. –así que no se lo explicó a Cheeto cuando estaban en el balcón. Ahora he quedado como una chivata que no sabe guardar secretos, perfecto.
- No me lo ha contao, lo supuse. Ese morao se te ve a metroh. –gracias Cheeto. –Así que si que te pegoh.
- Fue un error. –repitió ella.
- ¿Por queh?
- Se enfadó.
- ¿Contigoh?
- No quiero hablar ahora Cheeto.
- ¿Contigoh o noh? –insistió él.
- Que no lo sé. –se le cortó la voz y escuché como sollozaba.
- Tieneh que dejah de ver a ese tío.
- ¿Por qué? Todos me decís lo mismo.
- Tamarah, me importas ¿sabeh? Y ese tíoh te puede haceh daño. –dijo Cheeto casi susurrando.
Me interrumpió un hormigueo que tuve en la pierna gracias a Mangel, que me hizo cosquillas con la punta de las uñas sobre la rodilla.
- ¿Queh? –sonrió.
- ¿Quéh? –lo imité
Fuimos al sofá y Cheeto ya había entrado en casa, Tamara todavía no.  Mario, Mangel y Cheeto (y otro amigo) se sentaron en el sofá. Y Rubius se tiró encima de ellos, reí al verlos.


 (Dat face Mahe)




Laura y yo fuimos fuera con Tamara, que se encontraba sentada mirando el móvil. Me fije en su pantalla, estaba hablando con Mario. Tengo buena vista como dije, y vi como estaba escribiendo: “Se acabó…”  Pero todavía no había enviado el mensaje, me puse delante de ella mientras Laura le hacía una trenza detrás. Le sonreí.
- Envíalo.
Me miró y luego miró el móvil, envió el mensaje y sonrió.
- Vamos a darle los postres a Mario anda.
- Que sepáis que Rubén y yo hemos ganado. –comentó Laura acabando la trenza. Tamara se levantó y se dirigió dentro. Me junté con Laura.
- Sí, habéis ganado el premio a mejor beso del año. –reí y le hice una mirada.
Ella abrió la boca para decir algo pero en vez de eso rió, y me empujó hacia dentro. Caí encima de todos los que estaban en el sofá.
-  Oye, oye. Menos sarseo. –dijo Mangel agarrándome de la cintura y sentándome sobre su regazo.
- ¡Hora de postres! –comentó Rubén. Se levantó y fue hacia Laura, apoyó el brazo sobre su hombro. –Nosotros hemos ganado con las mejores galletas jamás creadas. –les envié una mirada y tosí.
- Que te lo creeh. –dijo Cheeto. –Traemoh unos cupcakes pa shuparse los deos.
- Pueh nosotroh un pastel de RedBull. –rió Mangel
 - Alaaaaaaa. –comenté. –No, pero traemos uno de regalo. –corregí.
- Pues nosotros traemos tabaco de regalo. –atacó Rubius
- Eh, aquí el decididor soy yo. –dijo Mario acomodándose en el sofá. Le traimos cada uno su postre. Primero fueron Tamara y Cheeto. Los cupcakes tenían muy buena pinta, llevaban dibujos. En uno ponía Mario y en el otro salía un Cheeto. Estaban bastante buenos, pero nada comparado con el olor que hacían las galletas de Rubius y Laura, rellenas de todos los sabores posibles y con dibujitos de caras. Se mandaron una mirada de aprobación al ver la cara que hacía Mario al probarlas.
- Seguro que las ha hechoh tu mae. –dijo Mangel a Rubius.
- Sí, vendrá de Noruega a hacerlas no te jode.
Miré a Mangel con miedo y me hizo  una mirada de que iba a salir bien.

(Maratón de gifs:'D) 


Le entregamos el pastel y lo probó, estaba rico, pero yo seguía deseando las galletas.
- And the winner is… -dijo Mario haciendo ver tocaba el tambor. –¡Master cookies! –señaló a Rubén y Laura que saltaban y se abrazaban como si les hubiera tocado la lotería. Mangel soltó un grito.
- ¡La mermelada no entraba en el trato! –gritó.
- ¡In your face MADAFAKA! –Rubius se burló de él. Mangel cogió nuestro pastel y lo estampó contra su cara.



Rubius se tiró al suelo y Mangel hizo ver que lo mataba. No dejábamos de reír.




Luego Mangel cogió una toallita y le lavó la cara a Rubén que hacía de UST.
- Aleh, perdonameh UST.



- ¡El perdedor la paga! –dijo Rubius sentando a Mangel en una silla, Cheeto y él empezaron a girar a Mangel hasta acabar por los suelos.


Estuvimos bailando y haciendo el tonto un buen rato más. Hicieron skate,  bailamos hasta no poder y luego llegó Loulogio, que también nos acompañó. Rubius corrió hacia él y acarició su barba.






Le conté lo ocurrido con Yamir y de pronto Mario asomó la cabeza por la ventana de la cocina.
- ¡A prepararse ya! –ordenó.
Nos pusimos de camino hacia Zoologico y recé para que  no le diera al Mario Bros ese por estar ahí, por suerte no estuvo. Entramos rápidamente y yo decidí no tomar nada, por cómo me pongo y eso, me podía divertir igual. Solo llegar, me puse a bailar con Mangel que bailaba como nunca. Me agarró de la mano y me llevó hacia donde estaba el DJ, le dijo algo y de pronto empezó a sonar esta canción: udfijghndfujg (abraan en nueva ventana :3), nuestra canción.
- Er DJ eh amigo mioh. –comentó.
- Claro, DJ Mahe. –le sonreí.
Me llevó a la pista de baile y empezamos a bailar, me cogió por la cintura como la primera vez y me junto contra su cuerpo. Entrelacé mis manos detrás de su nuca y lo llevé hasta mí, ese beso me gustó tanto como el primero, pero la primera vez fue muy muy especial.
Nos separamos y sonreímos.




- Ahora vengo. –se fue. Busqué a los demás con la mirada y vi a Rubius bailando con Laura. Y por detrás Mario. Me acerqué a él y dejé a los otros dos a su rollo.
- ¿Cómo lo estás pasando? –casi le grité.
- Muy bien. ¿Y tú? –rió mientras bailaba conmigo.
- ¡Perfectamente! ¿Has visto a los demás?
- Voy a tomarme un RedBull y los llamo. ¿Te vienes? –señaló la puerta.
- Eh… Mangel me ha dicho que me espere aquí pero…
- Tranquila entonces nada –sonrió y se fue hacia fuera.
Me esperé poco rato hasta que llegó Mangel con una bolsa.
- ¿Y eso? –arqueé una ceja.
- Un regalitoh. –me cogió de la mano y me llevó al baño de chicas.
 - Tú no puedes entrar aquí. – le sonreí.
- No pensaba entrah. –me etregó la bolsa y me empujó delicadamente hacia el baño. Se esperó fuera, yo entre en el baño aún con la cara extrañada.  Abrí la bolsa y me vestí con lo que había dentro, adivinad lo que era.


Salí de ahí como si me importara una mierda lo que pensaban los demás de mí, y es que de verdad me importaba una mierda.  Abracé a Mangel y empezó reír.
- No había cebrah, y a mí eso no me queda bien. –sonrió.
- Me encanta. –dije tocando la cola que salía del culo del traje. Volvimos con los demás y me miraron todos como si estuviera loca.
- ¿Os parece si vamos a acampar por ahí? –dijo Mario.
- ¿Tu tah loco? –dijo Cheeto.
- Enserio, tengo unos amigos que nos dejan las tiendas.
- Has fumado demasiado tío. –dijo Rubius.
- Que a mí el humo ya no me afecta. –rió. -¿Entonces no venís? –miró a Rubius y Cheeto.
- Que no illoh. Ademáh esta se encuentra mal. –señaló a Tamara que apoyaba la frente contra su mano. Rubius y Laura tampoco se apuntaron.
- ¿Vosotros? –nos miró a Mangel y a mí que nos miramos.
- Pueeeees.. –dije pensándomelo.
-Noh venimoh. –dijo Mange.
- ¿Desde cuándo decides tu por mí? –arqueé una ceja.
- Pueh desde que llevah ese traje. –sacó la lengua.
- A que me lo saco. –lo reté.
- Pueh desnudateh aquí delante listah.
- Que si que venimos. –le dije a Mario.
Nos despedimos de los demás que no venían y nos vino a buscar un amigo de Mario.  Nos llevaron a un descampado dónde había mucha más gente emborrachándose. Se me hacía divertido ir de acampada, casi nunca lo había hecho. Montamos las tiendas (bueno, las montaron, porque entre Mangel y yo no había manera) y nos metimos dentro. No era lo más cómodo del mundo, pero se podía dormir. Estuvimos hablando un rato y haciendo el tonto hasta que nos dormimos.

Desperté con dolor en la espalda por lo duro que estaba el suelo, como he dicho, no era lo más cómodo del mundo precisamente. Me fije en Mangel que seguía dormido  con unas toallas debajo de la cabeza que le hicieran de almohada.


 Corrí en despertarlos a todos en cuanto vi a la gente marchar rápidamente por que venía la policía. Corrimos todos hacia el coche y nos metimos dentro, arrancamos y fuimos calle arriba. El coche de policía nos seguía, el amigo de Mario (que no sé ni cómo se llamaba todavía) aceleró, giramos por una calle y nos metimos en un callejón algo apretado. Los despistamos.
- ¡Toma jodeos hijos de puta! –gritó el amigo de Mario asomando la cabeza por la ventanilla.


Me fije en la calle y vi como un coche se dirigía de cara hacia nosotros.





jueves, 19 de diciembre de 2013

Capítulo 47

- ¿Qué? –dije como si no hubiera entendido lo que me había contestado, pero es que en realidad no quería entenderlo. Ella bajó la cabeza.
- Sí… Pero lo hizo sin querer.
- ¿Tú crees que algo así se hace sin querer? –me fijé en su mejilla, ella se la cubrió con la mano.
- Se enfadó y la pago conmigo, nada más.
- Nada más… Tamara, no soy tu madre, pero te aconsejo que te alejes de ese tío ahora mismo. No quiero que haya más líos con tíos, que bastante he pasado yo ya en el hospital.
- No lo entiendes _____. Estaba enfadado y ya está. Me pidió perdón, ya está arreglado.
- Pero tía… hay muchos más hombres por ahí mejor que ese para ti. –mire dentro donde se encontraba Cheeto, que nos estaba observando.
- Ya… pero es que Mario me cae super bien, y un pronto así lo puede tener cualquiera.
 - Te aseguro que si Mangel se enfadara conmigo no lo pagaría así. En vez de pegar a una chica puedes pegar una pared, o reventar un mueble. Pero esto –señalé su mejilla –es pasarse. Hazme caso.
- Bueno… -dijo cabizbaja. – Vale. –Bufó.  La abracé, Cheeto vino hacía nosotras. Tamara lo miró de reojo. L e sonreí a Cheeto y los deje solos. Volví hacia dentro donde se encontraba Mangel bailando.
- ¿Y Rubén? –reí uniéndome a él que daba saltitos. Señaló la habitación con la cabeza, decidí en asomarme a cotillear (SI, LO SOY). Abrí despacio la puerta ya medio abierta y lo vi agachado hacia Laura, Rubén  tenía su mano sobre la mejilla de Laura, le susurró algo y luego le dio un beso.
- Ops, perdón. –solté una risa y cerré la puerta y volví corriendo hacia Mangel, disimulé abrazándome a él mientras reía. Rubén salió de la habitación riendo también.
- ¿Ca pasao? –rió Mangel acariciándome el pelo.
- Nada, nada. ¿Qué tiene que pasar? –disimulé. Rubius pasó por mi lado y me envió una mirada haciendo una mueca. 


Me senté en el sofá y observé el espectáculo que montaban Mangel y Rubius mientras bailaban. 


(infiltrado en la sala >>)



Cuando por fin se cansaron se tiraron en el sofá conmigo, me fijé en Tamara y Cheeto que estaban fuera abrazados, Tamara estaba llorando.  Desvié la vista. Laura abrió la puerta y salió con cara de zombie.
- No hay quien duerma. –se rascó los ojos y se sentó junto a nosotros.
- Te lo he dicho. –reí
Tamara y Cheeto entraron, ella desvió la mirada para que no se le notara que había llorado. Laura me miró, se había dado cuenta, yo le asentí con una mirada y ella entendió que ya se lo explicaría.
- Noh vamoh ya illos. –dijo Cheeto.

Nos despedimos de ellos y cuando estaban saliendo por la puerta a Cheeto le sonó el móvil, lo cogió.
- ¡Hola Mario! –era Mario Dickstroy. – Sí, estoy aquíh con ellos. –nos miró y se acercó a nosotros.  – ¡Venga valeh! Vendrá ______ , y unas amigas. ¿Te acuerdah de ella? –Cheeto me pasó el móvil.
- ¡Luigi! –reí
- ¡Peach! –rió él. Teníamos esa broma desde que nos conocimos.
- Que ¿Os molaría venir de fiesta a mi casa?
- Hostias sí, que tu cumpleaños es en nada. –toqué. – ¡Claro!
- ¡Perfecto! Mañana sobre la hora de comer, hacemos noche Zoo.
- Vale- sonreí. – ¿Compramos algo? ¿Te falta RedBull?
- NUNCA me falta RedBull. –rió él.
- Lo sé, lo sé. Venga, pues te hacemos unos postres. –me despedí de él y colgué el móvil.
- ¡FIESTAA!!! -Rubén se emocionó.  



 – Mangel y yo hacemos un pastel, vosotros podéis hacer otra cosilla. –los miré a todos.
- ¡Nosotroh hacemos Cupcakes! –dijo Cheeto cogiendo el brazo de Tamara. - Pero cuidao con Mangel, que es mu mal cocinero. -Cheeto miró a Mangel y este lo miró serio. 
- Pueh soy mehó que tú. 
- ¡Eso dirah tú! -Cheeto cogió una de las pelotitas con las que jugaba Lou que estaba por el suelo y se la lanzó. 
 

-¡Tranquilidad, tranqulidad! -los miré a los dos que hacían cara de niños pequeños.                                     
                        


- Venga. ¿Y ustedes? –miré a Rubius y Laura y levanté una ceja para Laura.
- Pues… -se miraron los dos.
- Soih demasiao vagos pa haceh algo. –dijo Mangel.
- Pues vamos a hacer unas galletas que te cagas. ¡Ya verás! –Rubius desafió a Mangel.
- Pue a véh a quien le sale mejor. –Mangel se volvió.
- Venga, todos a trabajar. –Tamara y Cheeto se fueron, y yo hice fuera a Laura y Rubén.
- Tú y yo hablaremos después. –le susurré a Laura riendo. - ¡Y tú! –dije refiriéndome a Rubén que asomó la cabeza por la puerta.



- ¿Dígame? – reí y le di un golpe en la cara. Puso una cara de dolor y cerré la puerta en sus narices. - ¡Así no se trata a las señoritas! –gritó.
- ¡Ñeh! –grité yo desde dentro. Volví hacia Mangel, que estaba estirado en el sofá con una sonrisa en la cara.
- ¡Venga! Manos a la obra. –dije dando palmas. Él me miró y rió. - ¿Te mueves malpensado? -le tiré del brazo y lo llevé hasta la cocina. Sacamos los ingredientes y nos pusimos a ello.
- A veh, como cohoneh se hace ehto. –rió
- Yo te guío. Primero pon las yemas de un huevo en un plato.
- Buh, vamoh bien. –cogió una botella vacía y puso el huevo en un plato.
- ¿Y eso quien te lo ha enseñado? ¿El perro? – le salió mal y empezó a reír.




- ¡Por tontorrón! –lo intenté yo y me salió. - ¡JÁ! –chasqueé los dedos delante de su cara como forma de victoria.
Estuvimos cocinando un buen rato y lo dejamos todo hecho una mierda, entre que nos tirábamos comida no había quien hiciera nada. Luego tuvimos que limpiarlo claro. Mangel se puso una máscara de anonymous  y con la fregona empezó a bailar.



- Menudo tío. –reí. –Buenos, esto ya está, señalé el pastel que había quedado bastante bien.
- ¿Y no le ponemoh nah por encima? –dijo Mangel todavía con la máscara puesta. Saqué la nata de la nevera y rápidamente levanté su máscara y eché nata dentro, luego se la aplasté contra la cara. Soltó un grito y yo me fui corriendo hacía la habitación. Se lavó los ojos y corrió hacia mí, la máscara se le volvió a poner en la cara y se dio una hostia contra mi puerta.
Casi me meo encima de la risa, lo ayudé a levantarse.
- Jodéh que daño me hechoh- se cubrió la cara con ambas manos. Yo seguía riendo, pero me acerqué a él y le levanté la máscara.
- ¿Algún daño cerebral? A parte del retraso que tienes claro. –me miró y sonrió, luego me dio un beso con sabor a nata. Réi y le saqué la máscara, le lavé la cara y le volví a dar otro beso.
- A dormíh ya. –sonrió él.
- Vale papi. –le sonreí
Nos fuimos a acostar en mi cama, nos quedamos un rato estirados.
- ¿Te duele? –acaricié su clavícula.
- No, ya está casi curáh. –dijo él.
- Oye Mangel.
- Digame ustéh.
- ¿Alguna vez has llegado a pegar a alguien sin querer por que estabas muy enfadado? –se lo pensó un rato.
- Noh, no he llegao a eso. Aunque a Rubiuh casi lo mato arguna veh. –rió.
 - Ya, pero me refiero a alguna chica.
- Nuncah. –me miró. -¿Por queh? – soplé pensando en si decírselo o no.
- ¿No te has fijado en el morado que tiene Tamara en la mejilla?
- Pueh… no me he fijado noh…
- Pues se lo ha hecho Mario.
- ¿Qué diceh? –se levantó apoyando un brazo sobre la cama. Yo asentí. – Jodeh con el Mario…
- Ya he hablado yo con ella, le he dicho que lo deje, que no lo vea más. Aun que espero que me haga caso…
- Seguroh, Tamara no es tontah.
- Ya- reímos. Nos quedamos un rato en silencio.
- ¿De verdáh creiah que yo había sido capaz de pegah a una chicah? –levantó una ceja.
- Que va. –reí. –Si eres más bueno que la Nutella. Bueno espera, creo que me he pasado. –reí. Mangel se me quedó observando y me dio un beso.

Desperté gracias a Lou, lo subí a la cama y jugué un rato con él. Miré a Mangel que dormía con un brazo por el suelo. Adorable que estaba. Miré la hora y era ya casi la hora de comer, me levanté rápidamente y Mangel se dio un susto.
- ¿Queh queh queh? –saltó de la cama.
- ¡Que ya es la hora! –grité histérica dirigiéndome al baño.
- Muhereh… -rió él.
- Perdona. –asomé la cabeza por la puerta del baño. –Tu tampoco es que estés muy presentable. –me fijé en su pelo despeinado.
- Gñáh. –se tiró encima del sofá. Me  duché y arreglé rápidamente, desayunamos algo y Cheeto nos vino a buscar con el coche, el viaje fue  bastante movido, como siempre. Que la música y las locuras no falten.





Llegamos a casa de Mario y llamamos a la puerta, se escuchaba toda la música de dentro ya. Nos recibió Mario tan simpático como siempre.


Había bastante gente ya en la fiesta, todavía quedaba gente por llegar. Estaba Maximus, Satu, Eddisplay, Loulogio estaba a punto de llegar. Y muchos más amigos, llamaron al timbre y Mario fue a recibir.

- ¡Tamara! –la llamó. Tamara fue hacia la puerta y dirigí la mirada a ella, fuera la esperaba Mario, el mismo que la había pegado.