Hice una sonrisa torcida y levanté la mirada, Mangel sonrió
y me guiñó un ojo. Luego fue hacia Rubén de nuevo, Laura vino hacía mi.
- ¿Y Tamara? –pregunté
- Pues no sé. Perdida por Narnia quizás. –dijo entrando por
la puerta.
- Vaya, la tercera vez que interrumpe alguien entrando por
la puerta. –reí
Se acercó a nosotras cuando Rubius y Mangel la cogieron cada
uno de un brazo y la hicieron saltar con ellos. Ella se salió de sus brazos
mientras reía y se dirigió a nosotras.
- Me sacan de quicio. –rió. -¿Cómo estás? –se dirigió a mí.
- Mejor. –sonreí. –Hoy me dan el alta por fin.
- Bien. Ya podemos volver a casa. ¿No?
- Pues no sé. Mi madre no sabe nada sobre lo que ha pasado,
en teoría me tengo que quedar aquí los dos días que faltan. –ya llevaba tres o
cuatro días en Barcelona y no me había dado casi cuenta.
- Pero le puedes decir alguna escusa… -insistió ella.
- Se lo prometí, faltan pocos días. Puedo aguantar. –le
sonreí. –Pero vosotros podéis marchar ya.
- Y tu también hija. –interrumpió (otra vez) la enfermera que entró por la puerta. –Ya te
puedes ir a casa. –sonrió y salió por la puerta de nuevo. Tamara y Laura
recogieron mis cosas mientras Mangel y Rubius me ayudaban a levantarme. Mangel
me puso la sudadera de Boston encima y me sujetó el brazo bueno para andar.
Seguramente cuando me saquen el yeso tendré que hacer recuperación de muñeca o
algo, pero de momento aguanto.
Nos dirigimos fuera del hospital y Cheeto estaba fuera con
el coche.
- ¿Y esto? –dije
- ¿Te creeh que somoh ricoh? –me miró Mangel. –Ademah el
tren iba demasiao despacioh y era mu urgente venir. –le sonreí. Se habían
dejado los huesos para venir…
Subimos al coche y me llevaron hacia casa de mi madre que
ahora no estaba. Dejamos el coche en un aparcamiento y Laura, Mangel y yo
fuimos hacia mi casa, mientras que Rubén, Tamara y Cheeto fueron a comprar algo
de comida para el viaje.
Mangel me sujetaba el brazo y me ayudaba a andar.
- ¿Sabes que puedo yo sola? –le sonreí.
- Siempreh es mejoh prevenih. –sonrió el también.
Giramos la calle en dirección al portal del piso cuando de
pronto lo vi a él. A esa persona que ahora mismo me aterrorizaba y tenía ganas
de matar a la vez, estaba distraído delante del portal.
Rápidamente Mangel me escondió entre sus brazos y nos llevó a
las dos detrás de la calle de nuevo. Laura se deshizo de su brazo.
- Déjame a mí. –dijo Laura dando un paso para dar la vuelta
a la calle y dirigirse a Yamir.
- Que no, que no. Tú estás flipada. –me dispuse a pararla
pero Mangel me retuvo contra la pared, me cubrió la boca (sin hacerme daño está
claro) con cuidado.
- Que no pasa nah tranquilah. –aparté su mano.
- Mangel, que como le haga daño a Laura se lía. Además, no
puede saber qué vais conmigo, sabe donde vive mi madre.
- No lo va a sabeh.
- ¿Cómo no lo va a saber? Si no deja de pegarlo gente al
final sabr…
- Lo sientoh. –Mangel me interrumpió. Juntó su frente contra
la mía mientras apoyaba sus manos sobre la pared.
- ¿Por qué? –susurré.
Él me miró todavía con la frente sobre la mía y con su nariz
acarició la mía. La bajó hacía mis labios y yo le di un pequeño beso en la
nariz, luego subió sus labios hasta los míos y nos dimos un pequeño beso. Pero
me aparté al escuchar la voz de Laura, me había quedado en otro mundo y era por
culpa de esos labios. Me asomé por la esquina de la calle y Mangel me sujetó
por la cintura (tal vez por si quería salir corriendo) y asomó la cabeza
también.
Laura estaba caminando hacía Yamir, con una sonrisa en la
cara. Si la conocías bien, podías notar que esa sonrisa era lo más falso que
había, parecía de psicópata la verdad, por qué Laura nunca sonreía enseñando
los dientes. Laura lo saludó:
- Hola. –dijo con un tono alegre.
- Hola… -Yamir la miró como si estuviera loca, pero luego
hizo una sonrisa picarona. Qué asco me daba ese tío.
- Me he fijado en que tienes una moto. ¿Es tuya? –dijo Laura
cada vez más simpática.
- Sí. ¿Por qué? ¿Quieres subir? –le dijo Yamir.
- Eh…-Laura se lo pensó un momento. - ¡Vale! –sonrió de
nuevo.
- ¿Qué coño? –me adelanté, pero Mangel me retuvo por la
cintura.
- Tu esperah. –lo
miré rara pero le hice caso. Observé cómo Yamir sonreía a Laura y se disponía a
dar la vuelta para subir en la moto. Laura rápidamente levantó el pie y le dio
una patada a Yamir en toda la entrepierna. Le dio lo más fuerte que pudo.
- ¡Hijo de puta! ¡Que te jodan! –gritó, y volvió corriendo
hacia nosotros como si se estuviera acabando el mundo. Yamir se quedó en el
suelo, mientras soltaba quejidos. Corrimos hacia el coche y nos metimos
rápidamente. Cheeto y los demás ya estaban dentro, arrancó el coche
rápidamente.
- ¡Espera espera! –lo paré. –Rubén, sal conmigo un momento.
–dije yo.
- ¿Qué? –dijo él.
- Que sí, que esto ya es demasiado sospechoso, si le van
dando hostias por la calle al final sabrá que es por mí. Entonces le estará
tocando los cojones a mi madre siempre. Tenemos que disimular. Sal conmigo y
hacemos ver que lo encontramos ahí, no puede ver a Mangel por qué. sabe que él
lo pegó.
- ¿Pero qué coño le decimos?
- Yo tengo una idea, sígueme. –lo cogí de la mano y abrí la
puerta del coche.
- Pero dejaloh ahí, a veh si se muere ya. –dijo Mangel.
- Al menos que sepa que ya no me voy de aquí, y que no
moleste a mi madre… -respondí. Mangel bufó.
- Avísame si pasah argo eh. Pegah un grito o argo.
- Tranquilo. –le sonreí y le acaricié la mano rápidamente.
Luego salí del coche junto a Rubén y nos dirigimos rápidamente hacia la calle
de nuevo.
- ¿Qué se supone que soy yo? ¿Tu novio? –rió él.
- Se supone que era Loulogio. –reí
- Eso no se lo traga ni dios.
- Lo sé. –reímos los dos.
Giramos la calle y empezamos a actuar, nos acercamos
rápidamente a Yamir que se encontraba todavía en el suelo mientras seguía
retorciéndose de dolor. Eso me hacía feliz, verlo sufrir. Me alejé de ahí en
cuanto lo vi, me aterrorizaba la verdad. Rubén se agachó hacía él.
- Tío. ¿Estás bien? –puso su mano sobre su hombro. Yamir lo
apartó de golpe y me vio. La verdad, no sé qué coño hacía yo ahí, me estaba
empezando a arrepentir de lo que había hecho. Se levantó como pudo y se acercó
a mí, Rubén se colocó delante de mí, o yo me puse detrás de él, no sé.
- ______. –dijo ese gilipollas.
- Me voy Yamir, ya no hace falta que molestes más. –dije sin
más. –Ya no vivo aquí, esa de ahí no es mi madre, ya no existo. – se quedó
callado.
- Yo no quería. –dijo. Vale, admito que me estaba
descojonando viva por dentro. Apreté el brazo de Rubén y me remangué la
sudadera mostrando el yeso que llevaba en el brazo.
- Pero pasó, y ya está. –dije sin mirarlo. Me aterrorizaba,
me daba ASCO. –Adiós. –cogí el brazo de Rubén y dimos la vuelta a la calle de
nuevo, cruzamos la esquina cuando de repente alguien estiró el brazo de Rubén y
lo llevó hacia atrás, me giré de golpe esperando lo peor, y así fue.
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