Siguieron haciendo el subnormal durante un buen rato.
Empezamos a montar el árbol cuando Laura llegó. Colocamos
las bolas y las luces y luego me dejaron poner a mí la estrella. Subí sobre una
silla y la coloqué, todos aplaudieron. En mi casa siempre la solía poner mi
padre. Mangel me tendió la mano y me ayudó a bajar. Pusieron música y empezaron
a bailar y hacer gilipolleces que sacan una sonrisa a cualquiera. Me acerqué al
árbol y observé las luces que colgaban de él. Más recuerdos llegaron a mi
mente.
*
Mi hermana le había
regalado a mi madre por su cumpleaños un pase para un concierto e iban a ir
juntas. Ese mismo día por la mañana me dirigí a clases. Como siempre,
normalitas, pasaba el día con Laura y alguna que otra vez nos juntábamos con
Mangel y Rubius para comer juntos. Siempre íbamos a un bar al lado del
instituto a comer y al terminar, Mangel y yo íbamos juntos a casa (ya que éramos
de la misma urbanización) y Laura y Rubius se iban por otro lado cada uno a su
casa.
Ese día fue uno de
esos días en los que quedamos con ellos dos para comer, al terminar, Mangel y
yo nos pusimos en camino. Mi casa siempre llegaba primero, la verdad es que por
el camino casi nunca charlábamos de nada. Simplemente andábamos y de vez en
cuando comentábamos que podríamos hacer el sábado por la noche en Zoo o algo
así.
Ese día, Mangel me acompañó hasta la puerta, y mi
padre al verlo, fue tan amable y lo dejo pasar. Pero siempre con una condición.
- ¡Quédate para
ayudarnos a poner el árbol hombre! –dijo dándole a Mangel en la espalda. Él
cedió, al fin y al cabo nadie le decía que no a mi padre.
Montamos el árbol y colocamos las bolas, mi
padre puso la estrella como siempre y luego cada uno se fue por su bando. Mi
madre y mi hermana fueron para el concierto, y mi padre a descansar. Estaba ya
en esos días pachuchos, lo escuché toser alto mientras subía las escaleras. Mangel
y yo nos quedamos en el salón sin saber qué hacer, me notó algo ñoña. Y la
verdad es que lo estaba, me empezaba a hacer a la idea de que esas serían las últimas
navidades que pasaría con mi padre. Lo tenía claro.
Me levanté y me dirigí
al lado del árbol, en mis dedos enrollé el cable que sujetaba las pequeñas
luces que lo decoraban. Las miré durante un largo rato cuando noté una
respiración a mi lado. ¿Todavía no se había ido?
- ¿Te pasa argoh? –preguntó
observando las luces también.
Giré la vista y
observé sus ojos, creo que fue en ese momento en el que me di cuenta de lo
importante que era para mí. Entonces fue cuando le conté lo del cáncer y todo
lo de mi padre, y esa fue la primera vez que me abrazó. Y la primera vez que me
di cuenta de que sus abrazos eran de los más cálidos que me habían hecho.
*
- ¿Te pasa argo? -volví
a la realidad. Me giré y vi la misma imagen que hace unos años, esos ojos
inocentes que hacía años me habían hecho la misma pregunta. Asentí e hice una
sonrisa falsa. Mangel no tenía que ser adivino para saberlo. Me envolvió en sus
brazos. – Sé que lo echah de menoh. –me dio un beso en la cabeza. - Todoh lo hacemoh. –me reconfortó.
- Bueno. ¿Mañana hace Rockerz? –dijo Rubius asomándose por
la cocina.
- ¡Claro! –dijo Laura.
Cheeto y Tamara vinieron también. Mangel y yo nos separamos
y disimulamos (muy mal la verdad).
- ¿Te apetece Tam? –me dirigí a ella.
- Buenos. –dijo con la voz más acatarrada que he oído jamás.
Tosió. – Me lo pienso.
- Oyeh ¿Tu estáh máh enferma que 7 noh? –dijo Mangel.
- ¿Pero no la oyeh que tiene máh mocoh que er culo dun
gorilah? –dijo Cheeto. – Lleva doh diah iguah.
- Oy, y tú te has quedado con ella para cuidarla ¿eh? –dijo
Rubén.
- Calleh la bocah. –no noh apeteceh. –dijo Cheeto.
- Habla en plural. –Rubén se puso una mano delante de la
mejilla y giró la cara hacia nosotros. - ¿Y si vamos vestidos de gala?
–propuso.
- El otro. –dijo Laura.
- ¿Por qué no? –dijo él.
- Nah Rubiuh, eso pa bailah no va bien. Hacemoh una cena y
luego vamoh Rockerz. –corrigió Mangel.
- A la cena sí que vamos. –dijo Tamara.
- Venga, pues mañana todos de gala para cenar. Cenamos aquí.
–dijo Rubén.
- Aleh. Pa casa tós. –Mangel nos echó a todos fuera. Lo miré
con cara de pena. – Lo sientoh, tu también te vah. –rió.
- Me las pagarás. –arqueé una ceja.
- Uy. -susurró él cerrando la puerta, la paré antes de que se
cerrara del todo. Entonces sin que Mangel se diera cuenta cogí sus llaves de
dentro de la chaqueta que había colgado en una percha.
Me dirigí junto a Laura a mi casa, parece que ya se había
ido a vivir allí. En el sofá ya estaba bien, beh. Tamara y Cheeto se fueron por
otro camino. Nos despedimos de ellos.
- Creo que tienen algo esos dos. –susurró Laura.
- Beh, a saber.
- Enserio, lo veo.
- ¿Cómo yo veo lo de tú y Rubén?
- ¿Cómo yo veo lo de tú y Mangel? –me imitó.
- Pireh. –imité a Mangel.
- ¿Lo ves? Hasta lo imitas. Ahí hay tema… -rió. Me
interrumpió antes de que dijera nada. –Me resulta gracioso, que seamos tres y
tres.
- Ya, si no tú te quedarías sola, y no es plan ¿eh?
- Marrana.
- Zorrona.
- Guarrosa. –replicó.
- Ya basta, que te hecho fuera de mi casa ¿eh?
- Perdón Mamá. –bajó la cabeza. Yo le di un golpe en el
hombro.
Llegamos a mi piso y fuimos a dormir pronto, esta vez no me
quedé hablando con Mangel hasta las tantas.
Durmiendo, soñé (o tuve) más recuerdos.
*
Ese día, a Mangel y
Rubius lo habían llamado para ir a Disaster Party, una discoteca. Mangel me
invitó, y Rubén invitó a Jannies, que por ese tiempo estaba con ella pero claro, estábamos entre el público. Fue bastante una locura, pero fue
super divertido.
Mangel me miraba de vez en cuando des del escenario y reíamos. Después de esa noche, Jannies se fue con Rubén y Mangel (algo borracho que estaba) me cedió el paso a su casa también. La verdad, no sabía lo que iba a hacer allí.
Mangel se dirigió a su habitación mientras seguía riendo, y yo me senté en el sofá con Raspy. Mangel vino conmigo minutos después, esperaba que no se comportara como cualquier otro borracho, que se comporta como un gilipollas. No pensaba pasar por eso, a lo había pasado una vez con mi antiguo novio, se volvió loco un día y tuve que llamar a la policía. Pero eso son historias del pasado, no llegó a tocarme.
Me hizo agachar la cabeza hacía él y cada vez podía
notar su aliento más cerca. Olía a cerveza sí, pero me daba igual. Cerré los
ojos esperando lo mejor y entonces me asusté, me aparté de golpe. Rubén había
salido de su habitación y se dirigía hacia la cocina cuando nos vio. Suerte que
me había apartado a tiempo, vino hacia nosotros y le dio un vaso de agua a
Mangel.
- Cuando se pilla estos pedos no hay quien lo aguante,
dale mucha agua. –le dio el vaso de agua. Se veían tan pequeños comparados con ahora.
Después de eso Mangel cayó en el sofá dormido, y yo
decidí irme hacía mi casa.
*
Sonó mi alarma algo pronto, desperté y me dirigí a casa de
Mangel. Ahora me tocaba a mí. Saqué las llaves que le había robado a Mangel de
la chaqueta y entré silenciosamente en su casa. Entré di una ojeada en la
habitación de Rubén que dormía con la almohada de Mangel entre sus brazos.
Reí para mí y me dirigí a la habitación de Mangel asomé la cabeza por su puerta y lo vi moviéndose entre las sabanas. Le fui sacando la sabana poco a poco y él se quejó. Pero seguía sin despertarse. Entonces recurrí a la manera más efectiva.
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