jueves, 19 de diciembre de 2013

Capítulo 47

- ¿Qué? –dije como si no hubiera entendido lo que me había contestado, pero es que en realidad no quería entenderlo. Ella bajó la cabeza.
- Sí… Pero lo hizo sin querer.
- ¿Tú crees que algo así se hace sin querer? –me fijé en su mejilla, ella se la cubrió con la mano.
- Se enfadó y la pago conmigo, nada más.
- Nada más… Tamara, no soy tu madre, pero te aconsejo que te alejes de ese tío ahora mismo. No quiero que haya más líos con tíos, que bastante he pasado yo ya en el hospital.
- No lo entiendes _____. Estaba enfadado y ya está. Me pidió perdón, ya está arreglado.
- Pero tía… hay muchos más hombres por ahí mejor que ese para ti. –mire dentro donde se encontraba Cheeto, que nos estaba observando.
- Ya… pero es que Mario me cae super bien, y un pronto así lo puede tener cualquiera.
 - Te aseguro que si Mangel se enfadara conmigo no lo pagaría así. En vez de pegar a una chica puedes pegar una pared, o reventar un mueble. Pero esto –señalé su mejilla –es pasarse. Hazme caso.
- Bueno… -dijo cabizbaja. – Vale. –Bufó.  La abracé, Cheeto vino hacía nosotras. Tamara lo miró de reojo. L e sonreí a Cheeto y los deje solos. Volví hacia dentro donde se encontraba Mangel bailando.
- ¿Y Rubén? –reí uniéndome a él que daba saltitos. Señaló la habitación con la cabeza, decidí en asomarme a cotillear (SI, LO SOY). Abrí despacio la puerta ya medio abierta y lo vi agachado hacia Laura, Rubén  tenía su mano sobre la mejilla de Laura, le susurró algo y luego le dio un beso.
- Ops, perdón. –solté una risa y cerré la puerta y volví corriendo hacia Mangel, disimulé abrazándome a él mientras reía. Rubén salió de la habitación riendo también.
- ¿Ca pasao? –rió Mangel acariciándome el pelo.
- Nada, nada. ¿Qué tiene que pasar? –disimulé. Rubius pasó por mi lado y me envió una mirada haciendo una mueca. 


Me senté en el sofá y observé el espectáculo que montaban Mangel y Rubius mientras bailaban. 


(infiltrado en la sala >>)



Cuando por fin se cansaron se tiraron en el sofá conmigo, me fijé en Tamara y Cheeto que estaban fuera abrazados, Tamara estaba llorando.  Desvié la vista. Laura abrió la puerta y salió con cara de zombie.
- No hay quien duerma. –se rascó los ojos y se sentó junto a nosotros.
- Te lo he dicho. –reí
Tamara y Cheeto entraron, ella desvió la mirada para que no se le notara que había llorado. Laura me miró, se había dado cuenta, yo le asentí con una mirada y ella entendió que ya se lo explicaría.
- Noh vamoh ya illos. –dijo Cheeto.

Nos despedimos de ellos y cuando estaban saliendo por la puerta a Cheeto le sonó el móvil, lo cogió.
- ¡Hola Mario! –era Mario Dickstroy. – Sí, estoy aquíh con ellos. –nos miró y se acercó a nosotros.  – ¡Venga valeh! Vendrá ______ , y unas amigas. ¿Te acuerdah de ella? –Cheeto me pasó el móvil.
- ¡Luigi! –reí
- ¡Peach! –rió él. Teníamos esa broma desde que nos conocimos.
- Que ¿Os molaría venir de fiesta a mi casa?
- Hostias sí, que tu cumpleaños es en nada. –toqué. – ¡Claro!
- ¡Perfecto! Mañana sobre la hora de comer, hacemos noche Zoo.
- Vale- sonreí. – ¿Compramos algo? ¿Te falta RedBull?
- NUNCA me falta RedBull. –rió él.
- Lo sé, lo sé. Venga, pues te hacemos unos postres. –me despedí de él y colgué el móvil.
- ¡FIESTAA!!! -Rubén se emocionó.  



 – Mangel y yo hacemos un pastel, vosotros podéis hacer otra cosilla. –los miré a todos.
- ¡Nosotroh hacemos Cupcakes! –dijo Cheeto cogiendo el brazo de Tamara. - Pero cuidao con Mangel, que es mu mal cocinero. -Cheeto miró a Mangel y este lo miró serio. 
- Pueh soy mehó que tú. 
- ¡Eso dirah tú! -Cheeto cogió una de las pelotitas con las que jugaba Lou que estaba por el suelo y se la lanzó. 
 

-¡Tranquilidad, tranqulidad! -los miré a los dos que hacían cara de niños pequeños.                                     
                        


- Venga. ¿Y ustedes? –miré a Rubius y Laura y levanté una ceja para Laura.
- Pues… -se miraron los dos.
- Soih demasiao vagos pa haceh algo. –dijo Mangel.
- Pues vamos a hacer unas galletas que te cagas. ¡Ya verás! –Rubius desafió a Mangel.
- Pue a véh a quien le sale mejor. –Mangel se volvió.
- Venga, todos a trabajar. –Tamara y Cheeto se fueron, y yo hice fuera a Laura y Rubén.
- Tú y yo hablaremos después. –le susurré a Laura riendo. - ¡Y tú! –dije refiriéndome a Rubén que asomó la cabeza por la puerta.



- ¿Dígame? – reí y le di un golpe en la cara. Puso una cara de dolor y cerré la puerta en sus narices. - ¡Así no se trata a las señoritas! –gritó.
- ¡Ñeh! –grité yo desde dentro. Volví hacia Mangel, que estaba estirado en el sofá con una sonrisa en la cara.
- ¡Venga! Manos a la obra. –dije dando palmas. Él me miró y rió. - ¿Te mueves malpensado? -le tiré del brazo y lo llevé hasta la cocina. Sacamos los ingredientes y nos pusimos a ello.
- A veh, como cohoneh se hace ehto. –rió
- Yo te guío. Primero pon las yemas de un huevo en un plato.
- Buh, vamoh bien. –cogió una botella vacía y puso el huevo en un plato.
- ¿Y eso quien te lo ha enseñado? ¿El perro? – le salió mal y empezó a reír.




- ¡Por tontorrón! –lo intenté yo y me salió. - ¡JÁ! –chasqueé los dedos delante de su cara como forma de victoria.
Estuvimos cocinando un buen rato y lo dejamos todo hecho una mierda, entre que nos tirábamos comida no había quien hiciera nada. Luego tuvimos que limpiarlo claro. Mangel se puso una máscara de anonymous  y con la fregona empezó a bailar.



- Menudo tío. –reí. –Buenos, esto ya está, señalé el pastel que había quedado bastante bien.
- ¿Y no le ponemoh nah por encima? –dijo Mangel todavía con la máscara puesta. Saqué la nata de la nevera y rápidamente levanté su máscara y eché nata dentro, luego se la aplasté contra la cara. Soltó un grito y yo me fui corriendo hacía la habitación. Se lavó los ojos y corrió hacia mí, la máscara se le volvió a poner en la cara y se dio una hostia contra mi puerta.
Casi me meo encima de la risa, lo ayudé a levantarse.
- Jodéh que daño me hechoh- se cubrió la cara con ambas manos. Yo seguía riendo, pero me acerqué a él y le levanté la máscara.
- ¿Algún daño cerebral? A parte del retraso que tienes claro. –me miró y sonrió, luego me dio un beso con sabor a nata. Réi y le saqué la máscara, le lavé la cara y le volví a dar otro beso.
- A dormíh ya. –sonrió él.
- Vale papi. –le sonreí
Nos fuimos a acostar en mi cama, nos quedamos un rato estirados.
- ¿Te duele? –acaricié su clavícula.
- No, ya está casi curáh. –dijo él.
- Oye Mangel.
- Digame ustéh.
- ¿Alguna vez has llegado a pegar a alguien sin querer por que estabas muy enfadado? –se lo pensó un rato.
- Noh, no he llegao a eso. Aunque a Rubiuh casi lo mato arguna veh. –rió.
 - Ya, pero me refiero a alguna chica.
- Nuncah. –me miró. -¿Por queh? – soplé pensando en si decírselo o no.
- ¿No te has fijado en el morado que tiene Tamara en la mejilla?
- Pueh… no me he fijado noh…
- Pues se lo ha hecho Mario.
- ¿Qué diceh? –se levantó apoyando un brazo sobre la cama. Yo asentí. – Jodeh con el Mario…
- Ya he hablado yo con ella, le he dicho que lo deje, que no lo vea más. Aun que espero que me haga caso…
- Seguroh, Tamara no es tontah.
- Ya- reímos. Nos quedamos un rato en silencio.
- ¿De verdáh creiah que yo había sido capaz de pegah a una chicah? –levantó una ceja.
- Que va. –reí. –Si eres más bueno que la Nutella. Bueno espera, creo que me he pasado. –reí. Mangel se me quedó observando y me dio un beso.

Desperté gracias a Lou, lo subí a la cama y jugué un rato con él. Miré a Mangel que dormía con un brazo por el suelo. Adorable que estaba. Miré la hora y era ya casi la hora de comer, me levanté rápidamente y Mangel se dio un susto.
- ¿Queh queh queh? –saltó de la cama.
- ¡Que ya es la hora! –grité histérica dirigiéndome al baño.
- Muhereh… -rió él.
- Perdona. –asomé la cabeza por la puerta del baño. –Tu tampoco es que estés muy presentable. –me fijé en su pelo despeinado.
- Gñáh. –se tiró encima del sofá. Me  duché y arreglé rápidamente, desayunamos algo y Cheeto nos vino a buscar con el coche, el viaje fue  bastante movido, como siempre. Que la música y las locuras no falten.





Llegamos a casa de Mario y llamamos a la puerta, se escuchaba toda la música de dentro ya. Nos recibió Mario tan simpático como siempre.


Había bastante gente ya en la fiesta, todavía quedaba gente por llegar. Estaba Maximus, Satu, Eddisplay, Loulogio estaba a punto de llegar. Y muchos más amigos, llamaron al timbre y Mario fue a recibir.

- ¡Tamara! –la llamó. Tamara fue hacia la puerta y dirigí la mirada a ella, fuera la esperaba Mario, el mismo que la había pegado. 

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