Primero deciir que sorry por tardar en colgar, pero sabéis como es lo de la Navidad, la familia etc :'3 Luego, que Mangel está aquí en Barcelona.. eh.. sí. De verdad. Y no me hace gracia que no haga quedadas, por que lo necesito ver como muchas de vosotras D': Así que me tendré que patear Barcelona antes de que se vaya o algo.. ajajajas Y bueno por último que la novelilla está a punto de acabar D: Faltan algunos capitulillos aún, KEEP CALM. ¿Pero cuando se acabe que preferís que haga? Comenzar otra sobre... Rubén, otra de Mangel... Cómo vosotras prefiráis ^^ Había pensao de seguirla como si fuera tra temporada (:'D) pero no sé, no me gustaría cagarla.. Lo estoy pensando todavía, así que decidme algo por twittah (@pathoranmalik) y comentad que os parece la novelilla :D A LOT OF LOVE y Felices fiestas <3
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- ¡Tío! –gritó Mario. Su amigo volvió la vista a la
carretera y dio un volantazo hacia el lado. Nos dimos por un costado del coche,
donde me encontraba yo y Mario. El impacto me hizo tirar hacia el lado y el
cinturón por poco no me arranca el cuello. Lo que dice la gente sobre que antes
de morir ves la vida pasar debe ser verdad, porque tuve una imagen sobre mi
padre sentándome sobre su regazo y votándome como si fuera lo más divertido del
mundo para mí.
Mangel interrumpió mis visiones agarrándome del brazo y
abriendo la puerta para sacarme fuera. Mario también salió y su amigo igual,
empezó a salir humo del coche, menos mal que Mangel me sacó a tiempo. Me quedé
un momento en shock, analizando la situación paralizada entre los brazos de
Mangel.
- Ostias… -susurró Mangel abrazándome fuerte.
El coche tenía una abolladura en un costado y seguía
saliendo humo. Mario y Mangel se miraron y empezaron a reír. No le veía la
gracia. Mario se volvió a meter en el coche y su amigo en el copiloto, Mangel
se dirigió a la puerta de atrás y me señaló para que subiera.
- No sé donde veis la gracia vosotros. –dije cruzándome de
brazos.
- Venga, que yo sé conducir. Voy lento. –dijo Mario. Mangel
esperó a que me metiera dentro y finalmente lo hice.
- Déjanoh en casa de Cheetoh, que llega mah cerca. –dijo
Mangel.
Llegamos ahí y me cambié de ropa antes de entrar, sí. Había
ido con el traje de tigre durante todo el rato, me verían como la pirada que
soy. Nos dejaron allí, nadie había sufrido ningún tipo de daño, así que no
hacía falta que se lo dijéramos a nadie. Aunque Mangel no lo entendió bien.
- Pues a mí no me ha parecido gracioso. –comenté
- Estamoh bien, eso es lo únicoh que impotah. –Mangel se
acercó a mí.
- Si pues, el amigo de Mario necesita clases de autoescuela
o algo por qué no me gusta la idea de haber estado a punto de morir.
- Valeh, tieneh razón. –me dio un beso en la cabeza.
- Gracias por sacarme del coche. –dije fregándome la
clavícula que todavía me dolía por el tirón del cinturón.
- Solo faltaríah que no lo hubiera hechoh. –hizo “La
sonrisa” que hacía tiempo que no veía.
- Yo me voy a casa ya. –les sonreí a los dos.
- Ya te llevoh yo. –Cheeto se levantó del sofá.
- No no, no tengo ganas de coches, ya voy andando. –me
despedí de Cheeto, me acerqué a Mangel para despedirme pero se me adelantó y
abrió la puerta.
- Vamoh. –bajamos a la calle sin decir nada. Estaba el día
negro, empezó a tronar y aligeramos el paso mientras escuchábamos esto: (Abriid en otra ventana) http://www.youtube.com/watch?v=toO7z9ToQ6Y
Lo acompañé hasta la puerta de su casa, donde justo entraba
Rubius empapado también.
- ¿Y tú? –reí. Me señaló los contáiners.
- Me tomo una ducha.
¿Y tú?
- Lo mismo. –reí.
Me despedí de ellos dos y me dirigí casi corriendo hacia mi
casa.
Llegué a casa y Laura me esperaba estirada en el sofá.
- ¿Y este recibimiento tan fugaz? –dije colgando el abrigo.
- ¿Y este
recibimiento tan empapado?
Fui a la ducha y luego preparamos algo para cenar.
- ¿Te trasladas ya o qué?
- Pues parece que sí. Solo falta mi cama ahí. –señaló una
habitación.
- Bah, en el sofá estás cómoda. –saqué la lengua.
- Vaya muchas gracias. Ante todo la comodidad de tus
clientes.
- Se acerca la navidad. –cambié de tema.
- ¿Qué me quieres decir con eso?
- Que ya me estás comprando un regalo, y que sea caro.
- ¡Ja! Que te crees que cago el dinero. Además, que te lo
compre tu señorito. –arqueó la ceja mientras daba un mordisco a un trozo de
Pizza. Le envié una mirada asesina e hizo lo mismo.
Fui a la cama pronto, llamé antes a mi madre para saber cómo
le iba todo y luego me quedé un larguiiiiiiiiiisimo tiempo hablando por
WhatssApp con Mangel. Así que anula lo de pronto.
- ¡Veo que sigues en línea y no me hablas guarra! –Laura asomó
la cabeza por mi puerta.
- ¡A cagar ya! –le tiré
una almohada que cerró la puerta. Me dormí minutos después.
Mangel conducía el coche, yo iba en el asiento de copiloto.
Reíamos y cantábamos mientras sonaban canciones en la radio. Nos mirábamos y sonreíamos,
de pronto, yo veía a Yamir atravesando
el cristal con el puño y agarrando el cuello de Mangel.
Solté un grito ahogado y desperté sudada, con las mantas
pegadas al cuerpo. Miré alrededor de la habitación y Mangel se encontraba
sentado en la silla del escritorio mientras se acercaba a mí.
- No ha sido nada tranquilo. –dije respirando hondo.
- ¿Seguroh? –me hizo una mirada intensa.
Lo abracé para asegurarme de que era él de verdad, que
seguía vivo. Tenía un trauma grande con Yamir, esas pesadillas no eran
normales.
- ¿Qué haces tú aquí?
–me separé de él y reí.
- Pueh darte la buenah mañanah.
- Buenas mañanas. –repetí.
- ¿Te vieneh a dar una vuelta?
- Por supuesto.
Me vestí y fui a la cocina para desayunar algo. Cogí el ColaCao y una taza, me dirigí a la
nevera para coger la leche y Mangel cogió la cuchara y la metió en el ColaCao,
sacó un gran puñado y se lo metió en la boca.
- ¿Tu eres tonto? –justo cuando dije eso empezó a escupir
todo el ColaCao, por poco no muere ahogado. Empecé a reír.
Salimos hacia el portal bajando por las escaleras y resbalé
en el último escalón y caí de culo. Mangel me agarró del brazo para no caer
pero en vez de eso cayó conmigo. Otra vez.
- Me cagon dióh. –rió ayudándome a levantar.
- ¿No friegan bien o qué? –reí
Nos dirigimos hacia fuera y fuimos de camino al parque donde
habíamos ido días, semanas o incluso un mes antes. La lluvia había parado, pero
seguía todo mojado.
Andamos hasta llegar al parque, no había ni un alma. Mangel
se sentó en uno de los columpios y se balanceó como un niño pequeño.
Me senté en el otro columpio a su lado, nos balanceamos
durante un rato y de pronto él saco algo de su bolsillo. Lo escondió para que
yo no lo viera y luego sacó un mechero.
- ¿Y desde cuando fumas tú? –pregunté con una ceja
levantada.
- No fumoh. –rió. –Se lo he robao a Rubiuh. –encendió lo que
fuera que tenía detrás de la chaqueta y empezaron a salir chispas. Descubrió lo
que llevaba escondido y me lo entregó.
- ¿Te acuerdah? –dijo con una sonrisa.
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