- ¿Qué cojones? –dije para mí. Busqué a Cheeto con la
mirada. -¡Cheeto! –grité cuando lo encontré.
Corrimos hacia la puerta y Cheeto apartó a Tamara que estaba
hablando con Mario (el Bros).
-¿Qué haceh tu aquí? –dijo Cheeto a Mario que se lo quedó
mirando con cara de asco.
- ¿Y tu quien coño eres? –dijo con una voz que no le pegaba
para nada.
- ¿Te creeh superioh por pegar a mujereh? –soltó Cheeto.
Mario Dickstory me miró y yo con mirada preocupante le indiqué que estaba todo
controlado. Aun que fuera mentira. Mario (el Bros) miró a Tamara con cara
asesina, y esta me miró a mí.
- ¿Qué dices Cheeto? –disimuló.
- Tamarah, que no soy tontoh. – Cheeto miró la mejilla de
Tamara.
- Cheeto vete, estamos hablando. –lo miró serio.
- Tam, te estás equivocando. –la cogí de la mano, se deshizo
de mi agarre y volvió junto al Mario Bros ese.
- Eh, tranquilidad. Fuera de mi casa pavo. –le mandó Mario
Dickstroy al otro Mario. Este obedeció y cogió a Tamara por la cadera y se la
empezó a llevar.
- ¿Pero ehte tío de que vah? –dijo Cheeto agarrándolo del
brazo. Mario se volvió y empujó a Tamara a un lado y le pegó un puñetazo a
Cheeto, al bueno de Cheeto. Soltamos un grito ahogado las dos y nos acercamos a
ellos, los intentamos separar pero ponían resistencia. No había manera. Mario y
Chevi (un amigo) nos apartaron y los separaron ellos.
- ¡Que te pires de mi puta casa pavo! –gritó Mario Dickstroy
de nuevo. El chico nos miró con cara asesina y se fue por la calle. Mangel y
Rubén vinieron al escuchar el jaleo.
Mangel me miró con una mirada y le indiqué que estábamos todos bien.
(foto)
- Pero tía. ¿Qué coño te pasa? –me giré bruscamente hacia
Tamara.
- Había venido a pedir perdón, si me dejarais hablar al
menos con él esto no habría pasado.
- Sí ¿perdón por no haberte matado o qué? ¿Te has dado
cuenta como te ha cogido? ¿Cómo te ha empujado? Te trata como un trapo y no te
das cuenta. –le escupí (no literalmente claro) –Tía, no sabes por lo que acabo
de pasar… hazme caso por una vez.
- Sí que lo sé tía, pero si confiaras más en mi te darías
cuenta de que Mario…
- ¡Que ese tioh es gilipollah! –gritó Cheeto escupiendo algo
de sangre en el suelo.
Mario Dickstroy nos indicó que fueramos hacia dentro, Mangel
colocó una mano sobre mi cadera y me dio un beso en la cabeza, como forma de
seguridad. No me podía volver a meter en un lío como el anterior con Yamir.
Volvimos dentro y fuimos a la cocina, Cheeto se enjuagó la boca y Mario nos
invitó a tomar algo. Me quedé en la cocina con Laura, Mangel y Rubius mientras
Tamara y Cheeto fueron a hablar fuera.
Me senté en el mármol de la cocina al lado de la ventana
para escuchar lo que decían. (¿Alguien ha visto a una cotilla sentada junto a
la ventana? Yo sí)
Rubén sacó el tema sobre lo que podíamos hacer esa noche,
pero yo estaba out escuchando la conversación.
- ¿Por queh te dejas tratah así Tamarah? –dijo Cheeto.
- Cheeto, supongo que te lo habrá contado _______, pero fue
un error. –así que no se lo explicó a Cheeto cuando estaban en el balcón. Ahora
he quedado como una chivata que no sabe guardar secretos, perfecto.
- No me lo ha contao, lo supuse. Ese morao se te ve a
metroh. –gracias Cheeto. –Así que si que te pegoh.
- Fue un error. –repitió ella.
- ¿Por queh?
- Se enfadó.
- ¿Contigoh?
- No quiero hablar ahora Cheeto.
- ¿Contigoh o noh? –insistió él.
- Que no lo sé. –se le cortó la voz y escuché como
sollozaba.
- Tieneh que dejah de ver a ese tío.
- ¿Por qué? Todos me decís lo mismo.
- Tamarah, me importas ¿sabeh? Y ese tíoh te puede haceh
daño. –dijo Cheeto casi susurrando.
Me interrumpió un hormigueo que tuve en la pierna gracias a
Mangel, que me hizo cosquillas con la punta de las uñas sobre la rodilla.
- ¿Queh? –sonrió.
- ¿Quéh? –lo imité
Fuimos al sofá y Cheeto ya había entrado en casa, Tamara
todavía no. Mario, Mangel y Cheeto (y
otro amigo) se sentaron en el sofá. Y Rubius se tiró encima de ellos, reí al
verlos.
Laura y yo fuimos fuera con Tamara, que se encontraba
sentada mirando el móvil. Me fije en su pantalla, estaba hablando con Mario.
Tengo buena vista como dije, y vi como estaba escribiendo: “Se acabó…” Pero todavía no había enviado el mensaje, me
puse delante de ella mientras Laura le hacía una trenza detrás. Le sonreí.
- Envíalo.
Me miró y luego miró el móvil, envió el mensaje y sonrió.
- Vamos a darle los postres a Mario anda.
- Que sepáis que Rubén y yo hemos ganado. –comentó Laura
acabando la trenza. Tamara se levantó y se dirigió dentro. Me junté con Laura.
- Sí, habéis ganado el premio a mejor beso del año. –reí y
le hice una mirada.
Ella abrió la boca para decir algo pero en vez de eso rió, y
me empujó hacia dentro. Caí encima de todos los que estaban en el sofá.
- Oye, oye. Menos
sarseo. –dijo Mangel agarrándome de la cintura y sentándome sobre su regazo.
- ¡Hora de postres! –comentó Rubén. Se levantó y fue hacia
Laura, apoyó el brazo sobre su hombro. –Nosotros hemos ganado con las mejores
galletas jamás creadas. –les envié una mirada y tosí.
- Que te lo creeh. –dijo Cheeto. –Traemoh unos cupcakes pa
shuparse los deos.
- Pueh nosotroh un pastel de RedBull. –rió Mangel
- Alaaaaaaa.
–comenté. –No, pero traemos uno de regalo. –corregí.
- Pues nosotros traemos tabaco de regalo. –atacó Rubius
- Eh, aquí el decididor soy yo. –dijo Mario acomodándose en
el sofá. Le traimos cada uno su postre. Primero fueron Tamara y Cheeto. Los
cupcakes tenían muy buena pinta, llevaban dibujos. En uno ponía Mario y en el
otro salía un Cheeto. Estaban bastante buenos, pero nada comparado con el olor
que hacían las galletas de Rubius y Laura, rellenas de todos los sabores
posibles y con dibujitos de caras. Se mandaron una mirada de aprobación al ver
la cara que hacía Mario al probarlas.
- Seguro que las ha hechoh tu mae. –dijo Mangel a Rubius.
- Sí, vendrá de Noruega a hacerlas no te jode.
Miré a Mangel con miedo y me hizo una mirada de que iba a salir bien.
(Maratón de gifs:'D)
Le entregamos el pastel y lo probó, estaba rico, pero yo
seguía deseando las galletas.
- And the winner is… -dijo Mario haciendo ver tocaba el
tambor. –¡Master cookies! –señaló a Rubén y Laura que saltaban y se abrazaban
como si les hubiera tocado la lotería. Mangel soltó un grito.
- ¡La mermelada no entraba en el trato! –gritó.
- ¡In your face MADAFAKA! –Rubius se burló de él. Mangel
cogió nuestro pastel y lo estampó contra su cara.
Rubius se tiró al suelo y Mangel hizo ver que lo mataba. No
dejábamos de reír.
Luego Mangel cogió una toallita y le lavó la cara a Rubén
que hacía de UST.
- Aleh, perdonameh UST.
- ¡El perdedor la paga! –dijo Rubius sentando a Mangel en
una silla, Cheeto y él empezaron a girar a Mangel hasta acabar por los suelos.
Estuvimos bailando y haciendo el tonto un buen rato más.
Hicieron skate, bailamos hasta no poder
y luego llegó Loulogio, que también nos acompañó. Rubius corrió hacia él y
acarició su barba.
Le conté lo ocurrido con Yamir y de pronto Mario asomó la
cabeza por la ventana de la cocina.
- ¡A prepararse ya! –ordenó.
Nos pusimos de camino hacia Zoologico y recé para que no le diera al Mario Bros ese por estar ahí,
por suerte no estuvo. Entramos rápidamente y yo decidí no tomar nada, por cómo
me pongo y eso, me podía divertir igual. Solo llegar, me puse a bailar con
Mangel que bailaba como nunca. Me agarró de la mano y me llevó hacia donde
estaba el DJ, le dijo algo y de pronto empezó a sonar esta canción: udfijghndfujg (abraan en nueva ventana :3), nuestra canción.
- Er DJ eh amigo mioh. –comentó.
- Claro, DJ Mahe. –le sonreí.
Me llevó a la pista de baile y empezamos a bailar, me cogió
por la cintura como la primera vez y me junto contra su cuerpo. Entrelacé mis
manos detrás de su nuca y lo llevé hasta mí, ese beso me gustó tanto como el
primero, pero la primera vez fue muy muy especial.
Nos separamos y sonreímos.
- Ahora vengo. –se fue. Busqué a los demás con la mirada y
vi a Rubius bailando con Laura. Y por detrás Mario. Me acerqué a él y dejé a
los otros dos a su rollo.
- ¿Cómo lo estás pasando? –casi le grité.
- Muy bien. ¿Y tú? –rió mientras bailaba conmigo.
- ¡Perfectamente! ¿Has visto a los demás?
- Voy a tomarme un RedBull y los llamo. ¿Te vienes? –señaló la
puerta.
- Eh… Mangel me ha dicho que me espere aquí pero…
- Tranquila entonces nada –sonrió y se fue hacia fuera.
Me esperé poco rato hasta que llegó Mangel con una bolsa.
- ¿Y eso? –arqueé una ceja.
- Un regalitoh. –me cogió de la mano y me llevó al baño de
chicas.
- Tú no puedes entrar
aquí. – le sonreí.
- No pensaba entrah. –me etregó la bolsa y me empujó
delicadamente hacia el baño. Se esperó fuera, yo entre en el baño aún con la
cara extrañada. Abrí la bolsa y me vestí
con lo que había dentro, adivinad lo que era.
Salí de ahí como si me importara una mierda lo que pensaban
los demás de mí, y es que de verdad me importaba una mierda. Abracé a Mangel y empezó reír.
- No había cebrah, y a mí eso no me queda bien. –sonrió.
- Me encanta. –dije tocando la cola que salía del culo del
traje. Volvimos con los demás y me miraron todos como si estuviera loca.
- ¿Os parece si vamos a acampar por ahí? –dijo Mario.
- ¿Tu tah loco? –dijo Cheeto.
- Enserio, tengo unos amigos que nos dejan las tiendas.
- Has fumado demasiado tío. –dijo Rubius.
- Que a mí el humo ya no me afecta. –rió. -¿Entonces no
venís? –miró a Rubius y Cheeto.
- Que no illoh. Ademáh esta se encuentra mal. –señaló a
Tamara que apoyaba la frente contra su mano. Rubius y Laura tampoco se
apuntaron.
- ¿Vosotros? –nos miró a Mangel y a mí que nos miramos.
- Pueeeees.. –dije pensándomelo.
-Noh venimoh. –dijo Mange.
- ¿Desde cuándo decides tu por mí? –arqueé una ceja.
- Pueh desde que llevah ese traje. –sacó la lengua.
- A que me lo saco. –lo reté.
- Pueh desnudateh aquí delante listah.
- Que si que venimos. –le dije a Mario.
Nos despedimos de los demás que no venían y nos vino a buscar
un amigo de Mario. Nos llevaron a un
descampado dónde había mucha más gente emborrachándose. Se me hacía divertido
ir de acampada, casi nunca lo había hecho. Montamos las tiendas (bueno, las
montaron, porque entre Mangel y yo no había manera) y nos metimos dentro. No
era lo más cómodo del mundo, pero se podía dormir. Estuvimos hablando un rato y
haciendo el tonto hasta que nos dormimos.
Desperté con dolor en la espalda por lo duro que estaba el
suelo, como he dicho, no era lo más cómodo del mundo precisamente. Me fije en
Mangel que seguía dormido con unas
toallas debajo de la cabeza que le hicieran de almohada.
Corrí en despertarlos
a todos en cuanto vi a la gente marchar rápidamente por que venía la policía.
Corrimos todos hacia el coche y nos metimos dentro, arrancamos y fuimos calle arriba.
El coche de policía nos seguía, el amigo de Mario (que no sé ni cómo se llamaba
todavía) aceleró, giramos por una calle y nos metimos en un callejón algo
apretado. Los despistamos.
- ¡Toma jodeos hijos de puta! –gritó el amigo de Mario
asomando la cabeza por la ventanilla.
Me fije en la calle y vi como un coche se dirigía de cara
hacia nosotros.
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