lunes, 30 de diciembre de 2013

Capítulo 52

Cerré cuidadosamente las persianas por donde entraba algo de luz y me senté en una silla delante de él. Encendí la linterna del móvil y la coloqué debajo de mi barbilla, haciendo que yo pareciera una muerta viviente. Le di un toque y abrió los ojos lentamente, al verme soltó un grito y me tiró una almohada, luego encendió la luz.
- ¡Ay! –me quejé.
- Mamonah. –rió él.
- Te dije que me las pagarías. –le di un beso, más bien fue un impulso.
- ¿Qué cojones Mangel? –Rubén apareció por la puerta. - ¿Y tú qué haces aquí? –rió
- ¿Cómo ha entraoh? –dijo Mangel. Saqué la llave y la lancé arriba y abajo entre mis manos. Luego se la lancé a Mangel.
- Soy un as.
- Iaputa. –dijo mirando a Rubius y riendo.


- Venga, a vestirse de gala ya. –les ordené.
- ¿Qué dices? Si todavía faltan horas mujer. –dijo Rubén tirándose sobre el sofá.
- ¿Y tienes claro lo que te vas a poner? –repliqué.
- Si, el traje de Slender. –rió. Yo subí una ceja. - ¡Es un smoking! ¿Qué más quieres?
- ¿Y tú? –me referí a Mangel.
- Tengo el trajeh der día de la boda de mi hijah. -rió
- ¿El día de la boda de mi boda?  -dijo Rubén, se acercaron y se cogieron de los brazos, luego me miraron cómo si fuera lo más fuerte del mundo.


- Pues yo me tengo que ir a comprar algo. Así que, me voy.
- Chicas. –dijo Rubén dirigiéndose a su habitación. Yo tosí.
- Va a venir Laura. –tosí de nuevo. Rubén asomó la cabeza.
- ¿Y a quién le importa?  -dijo con una ceja arqueada.
- Lo que yo hagah, a quien le importah lo que yo digah. –tarareó en voz baja Mangel. Yo reí.
- Cómo si viene Carmen de Mairena, yo no voy a comprar para quedarme media  hora sentado en un sofá que a saber si habrán. –rió.
- Ah… No, si yo solo lo digo… Por qué el otro día vi que…-dije dando muchos rodeos.
- No me vas a convencer. –dijo Rubén escondiendo la cabeza.
- Eso eh lo que dicen todah, y acaban picando siempreh. –dijo Mangel jugando con Raspy.
- ¡Si lo vas a pasar bien mujer! –grité. Al ver que me ignoraba me volví hacía Mangel. -¿Y tú? –me agaché hacia él y puse cara de perro abandonado.
- Ni hablah.
-Jooooo. –me quejé. - Bueno, que me voy ya. Me esperan las de mi especie.
- ¿Y yo queh soy?
- Tu… una cosa rara. –le lancé un beso. - ¡Por cierto! Hoy me sacan esto. –señalé mi escayola ya olvidada y salí por la puerta.

Me dirigí hacía mi casa de nuevo y llamé al timbre para que Laura bajara. Esperé sentada sobre las escaleras del rellano dónde casi nos matamos Mangel y yo y un cuarto de hora más tarde llegó Laura. Fuimos a llamar a Tamara a su casa pero no estaba, la llamamos al móvil y dijo que había salido a la farmacia a buscar algo y que no necesitaba ningún vestido, que ya tenía uno.
- Apuesto lo que quieras a que está en casa de Cheeto. –rió Laura.

Laura me acompañó al médico para que me sacaran la escayola, cuando lo hicieron me dieron una crema que me tenía que poner y me advirtieron de que no hiciera movimientos muy bruscos con la muñeca.
Fuimos a comprar algo y yo me fije en un vestido que era todo negro e iba conjuntado con una chaqueta y un pañuelo (más las medias que me compré).  Me lo probé y decidí en comprármelo. Al fin y al cabo, era solo una noche. No necesitaba uno de 1000 euros.
Laura se compró una falda junto a unas medias y una camisa de tirantes. Luego miró alguna chaqueta  que conjuntara. En resumen, nos compramos las dos algo con lo que ir esa noche y luego llegó el comprarle unos tacones a Laura. Ninguna de las dos solía llevar tacones, pero cómo yo ya tenía.
- Venga mujer. Si es solo una noche.
- Ya, pero es que ando fatal con eso, además son incómodos.
- Cuando te acostumbres verás, además ¿Te crees que me parece gracioso estar más alta que la torre de Pisa?

Finalmente cedió, y se compró unos bastante monos. Cuando acabamos las compras comimos algo y luego fuimos a casa ya cansadas. Me quedé dormida en el sofá mientras Laura se duchaba.
- Quita pallá. –me despertó de golpe.
- ¿Pero cuanto rato has estado? –miré la hora, las 7:25. Habíamos quedado a las 8:00. - ¡Pero mujer! –corrí a la ducha y me lavé mientras Laura se secaba el pelo y de más. Salimos rápidamente (yo sin maquillar, ya que me llevé las cosas para maquillarme en casa de Mangel) y llegamos a su casa. Llamamos al timbre, todavía faltaba media hora o así. Nada más llegar, Rubén abrió la puerta, tenía el pelo todavía húmedo y estaba casi vestido.
- Míralo que bonico con su traje. –comenté, me metí en el baño rápidamente y vi a Mangel en la ducha. Cerré la puerta de golpe. Rubius se acercó mientras sacaba la lengua.


- Cuando aprenderás. –dijo poniendo una mano sobre mi hombro y dirigiéndose a la cocina, llenó un cubo de agua fría. Ya sabía lo que iba a hacer. Lo hizo en uno de sus vídeos sí.
Abrió la puerta del baño y la de la ducha también, Mangel estaba cantando. Entonces le tiró el cubo por encima.

Empecé a reír y Mangel al verme soltó un grito y cerró la puerta de la ducha de golpe.
- ¡Hijo putah! –gritó. Rubius lo imitó.
Cuando acabaron todo el percal me metí en el baño y empecé a arreglarme. Me peiné y sequé bien el pelo y cuando fui a coger lo del maquillaje no estaba. Salí del baño y vi el panorama.
Laura reía mientras les decía cómo se tenían que poner las cosas. El resultado no fue muy agradable.



Les cogí mi neceser y me puse a maquillarme yo.  Cuando salí, por mi suerte ya estaban todos preparados.
Llamaron al timbre Tamara y Cheeto (que casualidad que llegaran juntos eh). Y Cheeto había hecho la comida, Rubius y Mangel solo habían comprado cosas para picar. 



Estuvimos cenando tranquilamente, más tarde nos despedimos de Cheeto y Tamara y Rubén y Mangel se fueron a cambiar. Mangel estaba luchando para poder sacarse la pajarita, me acerqué a él y con un suave tirón le saqué. Me vino a la cabeza el recuerdo sobre el momento en que le ayudé a ponerse la lentilla.

- Sabeh que lo hice a posta ¿noh? -dijo como si me leyera la mente. 
- Me empiezas a dar miedo. -arqueé una ceja mientras le acababa de sacar el lazo. Me hizo una sonrisa. 





 Cuando se cambiaron, nos dirigimos directos a Rockerz. Había bastante gente, ahí te podías encontrar a cualquiera.  Espero que no sea el caso.
Cogí el brazo de Mangel y reposé mi peso mientras esperábamos en la cola. De pronto pasó un grupo de gente y alguien cogió el brazo de Mangel. Él se giró y seguidamente yo.
- ¡Mangel!
- ¿Sandrah? –rió Mangel abrazando a aquella chica. -¿Qué tal San? –se formó una sonrisa en su cara y yo, bueno, mi cara de asco era increíble, sí, soy muy celosa.
- ¡Muy bien! ¿Y tú? Hacía muchísimo que no te veía
- Ya veh. Yo mu bien. –me miró. – Ehta es _______. –le di dos besos a Sandra por educación, parecía simpática sí. Pero yo estaba celosa, fin de la historia. – Y ya tacuerdah de Rubiuh, y ehta es Laurah. –los señaló. Laura me dio un pisotón en el pie y por poco no se me saltan las lágrimas por el dolor que me provocó el tacón. Le devolví el pisotón.
- Bueno. –sonrió ella. –Nos vemos dentro. –hizo una pausa. – ¡A mover el bote! –rió. Yo hice una risa falsa y me volví a girar.
- Joeh, como ha cambiao San. –le dijo Mangel a Rubius que también se giró de nuevo.
- Ya ves.
- ¿Esta cola no avanza? –dije intentando disimular para cambiar de tema.

Finalmente entramos dentro.

- ¡Hoy me via emborrachah de una manerah!-comentó Mangel dando saltos. La música sonaba a todo volumen, y solo llegar ya nos pusimos a darlo todo. Mangel me llevó a la barra y ya pidió algo de alcohol. Perfecto, yo bebí, y bastante. Pero no quería pasar los límites. Así que a la quinta copa ya lo dejé. Empezamos a bailar sin parar,  Mangel no dejaba de reír y gritar. Y yo lo seguía, como la loca que soy.
Mangel se arrimó hacia mí y me acercó a él, me susurró:

- Anteh de que me quede tontoh por el alcohol, quiero que sepah que te quieroh y no te cambiaríah por ninguna chicah.

Paré de saltar y lo miré a los ojos, él dejó de saltar también. Me abracé a su nuca y nos besamos. De todas las veces que habíamos ido a discotecas las tres últimas habían sido las mejores. 
Seguimos bailando a lo nuestro y Mangel fue alguna vez más a beber. Yo no era quién para decidir lo que él podía hacer, pero no quería que siguiera bebiendo. Vi a Rubén venir hacia mi entre la multitud, empezó a hacer de Ust.


- ¿Qué tal? –comentó. -¿Vas pedo ya?
- Bueh. –reí. –El que de verdad va pedo es él. –señalé a Mangel que venía andando cómo si estuviera agonizando.
- ¿Has visto a Laura? –dijo.
- Ni idea. –negué. – Vamos a buscarla y voy a tomar un poco el aire. – Ahora vengo. –le susurré a Mangel dándole un beso en la mejilla. Asintió.
Rubén y yo caminamos entre la gente apretujándonos cada vez más. Fuimos hasta la barra y me subí de rodillas sobre un taburete que había ahí. Un chico de delante gritó.
- ¡Guapa! –silbó. Yo lo ignoré, no era para nada un perro yo. - ¿Eres la prostituta de cambio o qué? –empezó a reír con sus amigos. Decidí ignorarlo. Bajé con la ayuda de Rubius y seguimos buscando.


Con la mirada llegué a ver algo y creo que Rubén también lo vio por que se quedó parado como yo, o incluso peor.
Jannies se encontraba a pocos metros y estaba besándose con un chico.
Rubius se fue andando rápidamente entre la multitud antes de que yo pudiera retenerlo. Lo seguí hasta llegar fuera donde se quedó apoyado en la baranda de una escalera. Me quedé junto a él y coloqué la cabeza sobre su hombro.
- Rubius yo… -hice una pausa, mis esfuerzos resultaban ser en vano. Tanto Rubén como yo habíamos visto esa escena. Y sabía que todavía no lo tenía del todo superado. –Tienes que dejar correr eso. No vale nada. –él siguió sin decir nada, miraba hacia otro lado como si yo no existiera.
Abrí el móvil y le envié un mensaje a Laura diciéndole que saliera fuera, me contestó con un: Ahora voy. Y a los minutos la vi saliendo por la puerta, fregué el hombro de Rubén y le di un beso en la mejilla. Luego me dirigí a Laura y le susurré lo que había pasado. Los dejé fuera hablando y yo me volví dentro. La escena que vi a continuación creo que es de las peores que he visto.


Me quedé con la palabra en la boca mientras observaba lo que estaba pasando. 

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