miércoles, 8 de enero de 2014

Capítulo 58

Me quedé un momento mirando a mí alrededor.
- ¿Mangel? –dije en voz alta. Nada. Que me estaba volviendo loca.
Froté las manos y tiré aliento dentro de ellas. 


Volví andando a casa, no tenía mucha hambre, así que cogí un par de tostadas pequeñas y me las comí. Mi madre había salido a ver a unas amigas, y mi hermana había salido con unos amigos también. Suerte que tenía en Barcelona. Me colé en su habitación y le cogí el CD de Green Day, me puse esta canción: http://www.youtube.com/watch?v=aGzgoSg5OZg  mientras reposaba la cabeza sobre el respaldo de la silla.

Miré mi móvil y seguía sin mensajes, él no tenía nada que decirme, yo a él tampoco. En paz estábamos. Cogí mi cámara y le puse el nuevo objetivo, decidí salir a ver cómo funcionaba.  Miré por el objetivo esperando volver a verlo a él, pero nada. Se veía muy bien, empecé a hacer fotos desde la ventana mientras la canción sonaba de fondo.
Hice una foto en la calle donde había pasado lo de Yamir. –la calle dónde me agredieron y por poco no muero, si no fuera porque él me salvó. –pensé.
Después de hacer unas cuantas fotos, me preparé una leche con ColaCao, sostuve la taza entre mis manos mientras veía la televisión.

Me tomé la leche y mi madre entró por la puerta.
- Hola. –saludó. - ¿Llevas el día sola?
- Sí. –asentí.
- Mañana vamos a ver a tu prima, que acaba de tener un bebé.
- ¿Desde cuándo estaba embarazada?
- Hace 9 meses. –bromeó mi madre.
- Que gracioso. –hice voz de burla. – Yo no sabía que estaba embarazada.
- Pues sí. Una niña preciosa.
- Habrá que verlo mañana. –reí.
Mi hermana se quedó a dormir con una amiga, así que yo ocupé su cama. Me fui a dormir bastante pronto, no tenía nada que hacer.


Desperté y me fui directa a la ducha, después de comer fuimos a buscar a mi hermana y nos dirigimos a casa de mi prima. Estaba algo lejos de camino, y más por qué mi madre se tomaba lo de no correr al pie de la letra.


Llegamos a casa de mi prima, la saludé a ella y a su marido y me dejaron ver al bebé (más fea que un truño por cierto), miré a mi hermana y reímos.
- Nunca pienso tener bebés. –se acercó a mí. Mientras mi madre tomaba un café ella y yo fuimos fuera.
- ¿Has hablado con él? –preguntó.
- Sí.
- ¿Y?
- No se acordaba de lo que me dijo sobre lo nuestro, pero sí sobre lo que me dijo antes.
- ¿Sobre qué?
- Que nunca me cambiaría por ninguna chica.
- Pues será que lo sentía.
- Eso me dijo, que lo otro fue mentira, y que eso había sido de verdad y por eso se acordaba.
- Tal vez no quería acordarse de lo que te había dicho después.
- No quería, y yo tampoco.
- ¿Pues? Ya está, haz cómo que no lo recuerdas y fin.
- Puf. –soplé.
- Oye. Mangel es un tío que no se encuentra en cualquier lado ¿sabes?
- Ya…
- ¿Pues? –agachó la cabeza para mirarme.
- ¿Pues? –repetí.
- ¡Ya está mujer! Deja de torturarte de una vez y perdónalo.
La miré y bajó la mirada hasta mis ojos. Se esperó obligándome con la mirada a que sacara una sonrisa, eso hice.
- Bien, vamos a ver al zurullo del bebé. –dijo. Empecé a reír.
Pasamos la tarde con mi prima y luego fuimos a casa, todavía era pronto. 
- Yo me voy a salir un rato. –dijo mi hermana. Mi madre asintió. Yo me tiré en el sofá. - ¿Te quieres venir? –me dijo.
- ¿Eh?
- Hombre, antes de pudrirte en el sofá. Ven un rato. – ¿Enserio me estaba diciendo eso mi hermana?
- Vale. –me volví a levantar y salí con ella. Caminamos hasta llegar a un pequeño parque, al lado había bancos. Perfecto, LOS MISMOS dónde me había hablado con Mangel. Había tres chicas y dos chicos, amigos de mi hermana. Nos acercamos a ellos.
- Chicos, he traído a mi hermana que ha venido unos días aquí y antes de que se pudra en el sofá. –sonreí y los saludé a todos.
Me dejaron sitio en el banco y me senté entre uno de los chicos y otra chica. Ni me acordaba de los nombres que me habían dicho. Uno de los chicos sacó un cigarro y lo encendió.
- ¿Quieres? –me dijo el chico, me fijé en su gorro. Lo único que me gustaba de él.
- No gracias. No fumo.
- Venga, pruébalo, no es tabaco. –sonrió.
- Déjala, no quiere. –dijo mi hermana. El chico dio una calada al porro y lo pasó a los demás.
-vaya, que divertido. –pensé. Ese tipo de amigos no eran para mí, quería a mi hermana pero prefería que no me hubiera llevado ahí.
- ¿Y de dónde eres tú? –dijo el mismo chico. Vaya, que hablador.
- Madrid.
- Ahí hay mucha chiquilla suelta ¿no? –empezó a reír, miré a mi hermana.
- Déjalo, le ha afectado el porro.  Oye, deja a mi hermana en paz ya. –rió ella.
- Solo pregunto mujer, que está callada todo el rato. –rió él.
- Si es que no soy muy habladora.
Pusieron algo de música y estuvieron charlando. Mi hermana me intentaba dar conversación, pero no había manera. Cogió el móvil y se lo puso en la oreja.
- ¿Sí? –dijo. – Vale Mamá, hasta ahora. –me miró y me guiñó un ojo. - Nosotras nos vamos ya.
No la habían llamado, lo había hecho ver todo. Nos despedimos de todos y volvimos a casa andando.
- Gracias. –reí.
- No es nada, te vi esa cara de zombie aburrido y pensé que preferías eso.
Me metí en mi habitación, se había hecho algo tarde ya.  Así que me fui a dormir.
Pasé los tres siguientes días sin hablar con Mangel, sin saber de él. Ni me molestaba en entrar a Twitter, solo me dediqué a salir con mi madre y mi hermana por ahí. O si no, quedarme en casa todo el día. Hablé alguna vez con Laura y Tamara, y la mayoría de veces Tamara estaba con Cheeto y Laura con Rubén.
Salí de mi habitación por la mañana temprano, me había desvelado y no podía dormir. Mi madre y mi hermana seguían durmiendo. Me preparé un ColaCao y fui al sofá. Recibí una llamada, Rubén.
- Hola. –sonreí al móvil.
- ¿Estabas durmiendo? ¿Molesto? –dijo algo serio.
- No tranquilo, me he desvelado. –reí débilmente.
– Tienes que venir ya.
- Tranquilidad, en dos días estoy ahí. El 30 ya habré llegado. –di un sorbo al ColaCao.
- No es por eso, que también. Tenéis que arreglarlo, no puede ni dormir.
- Oh… ¿A qué te refieres con eso? – dejé de beber.
- Está mal. No sale de su habitación, solo para comer alguna vez. Se pasa el día en la cama. Ven ya por favor.  
Me lo pensé durante un momento, pensé en Mangel estirado en la cama sin poder pegar ojo, lo que había pasado a mí igual.


- ¿Pero si tan mal está por qué no me ha dicho nada?
- No te quiere presionar ni molestar.
- Entiendo. –casi le grité que quería tiempo.
- ¿Entonces te vienes?
- Está bien… ahora me pongo en marcha. –dije. –Llegaré tarde.

- Me da igual. –dijo. – Venga muyaya, nos vemos. –noté como sonreía al móvil. Colgó.


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