Me quedé un momento mirando a mí alrededor.
- ¿Mangel? –dije en voz alta. Nada. Que me estaba volviendo
loca.
Froté las manos y tiré aliento dentro de ellas.
Volví andando
a casa, no tenía mucha hambre, así que cogí un par de tostadas pequeñas y me
las comí. Mi madre había salido a ver a unas amigas, y mi hermana había salido
con unos amigos también. Suerte que tenía en Barcelona. Me colé en su
habitación y le cogí el CD de Green Day, me puse esta canción: http://www.youtube.com/watch?v=aGzgoSg5OZg
mientras reposaba la cabeza sobre el
respaldo de la silla.
Miré mi móvil y seguía sin mensajes, él no tenía nada que
decirme, yo a él tampoco. En paz estábamos. Cogí mi cámara y le puse el nuevo
objetivo, decidí salir a ver cómo funcionaba.
Miré por el objetivo esperando volver a verlo a él, pero nada. Se veía
muy bien, empecé a hacer fotos desde la ventana mientras la canción sonaba de
fondo.
Hice una foto en la calle donde había pasado lo de Yamir.
–la calle dónde me agredieron y por poco no muero, si no fuera porque él me
salvó. –pensé.
Después de hacer unas cuantas fotos, me preparé una leche
con ColaCao, sostuve la taza entre mis manos mientras veía la televisión.
Me tomé la leche y mi madre entró por la puerta.
- Hola. –saludó. - ¿Llevas el día sola?
- Sí. –asentí.
- Mañana vamos a ver a tu prima, que acaba de tener un bebé.
- ¿Desde cuándo estaba embarazada?
- Hace 9 meses. –bromeó mi madre.
- Que gracioso. –hice voz de burla. – Yo no sabía que estaba
embarazada.
- Pues sí. Una niña preciosa.
- Habrá que verlo mañana. –reí.
Mi hermana se quedó a dormir con una amiga, así que yo ocupé
su cama. Me fui a dormir bastante pronto, no tenía nada que hacer.
Desperté y me fui directa a la ducha, después de comer
fuimos a buscar a mi hermana y nos dirigimos a casa de mi prima. Estaba algo
lejos de camino, y más por qué mi madre se tomaba lo de no correr al pie de la
letra.
Llegamos a casa de mi prima, la saludé a ella y a su marido
y me dejaron ver al bebé (más fea que un truño por cierto), miré a mi hermana y
reímos.
- Nunca pienso tener bebés. –se acercó a mí. Mientras mi
madre tomaba un café ella y yo fuimos fuera.
- ¿Has hablado con él? –preguntó.
- Sí.
- ¿Y?
- No se acordaba de lo que me dijo sobre lo nuestro, pero sí
sobre lo que me dijo antes.
- ¿Sobre qué?
- Que nunca me cambiaría por ninguna chica.
- Pues será que lo sentía.
- Eso me dijo, que lo otro fue mentira, y que eso había sido
de verdad y por eso se acordaba.
- Tal vez no quería acordarse de lo que te había dicho
después.
- No quería, y yo tampoco.
- ¿Pues? Ya está, haz cómo que no lo recuerdas y fin.
- Puf. –soplé.
- Oye. Mangel es un tío que no se encuentra en cualquier
lado ¿sabes?
- Ya…
- ¿Pues? –agachó la cabeza para mirarme.
- ¿Pues? –repetí.
- ¡Ya está mujer! Deja de torturarte de una vez y perdónalo.
La miré y bajó la mirada hasta mis ojos. Se esperó
obligándome con la mirada a que sacara una sonrisa, eso hice.
- Bien, vamos a ver al zurullo del bebé. –dijo. Empecé a
reír.
Pasamos la tarde con mi prima y luego fuimos a casa, todavía
era pronto.
- Yo me voy a salir un rato. –dijo mi hermana. Mi madre
asintió. Yo me tiré en el sofá. - ¿Te quieres venir? –me dijo.
- ¿Eh?
- Hombre, antes de pudrirte en el sofá. Ven un rato. –
¿Enserio me estaba diciendo eso mi hermana?
- Vale. –me volví a levantar y salí con ella. Caminamos
hasta llegar a un pequeño parque, al lado había bancos. Perfecto, LOS MISMOS
dónde me había hablado con Mangel. Había tres chicas y dos chicos, amigos de mi
hermana. Nos acercamos a ellos.
- Chicos, he traído a mi hermana que ha venido unos días
aquí y antes de que se pudra en el sofá. –sonreí y los saludé a todos.
Me dejaron sitio en el banco y me senté entre uno de los
chicos y otra chica. Ni me acordaba de los nombres que me habían dicho. Uno de
los chicos sacó un cigarro y lo encendió.
- ¿Quieres? –me dijo el chico, me fijé en su gorro. Lo único
que me gustaba de él.
- No gracias. No fumo.
- Venga, pruébalo, no es tabaco. –sonrió.
- Déjala, no quiere. –dijo mi hermana. El chico dio una
calada al porro y lo pasó a los demás.
-vaya, que divertido. –pensé. Ese tipo de amigos no eran
para mí, quería a mi hermana pero prefería que no me hubiera llevado ahí.
- ¿Y de dónde eres tú? –dijo el mismo chico. Vaya, que
hablador.
- Madrid.
- Ahí hay mucha chiquilla suelta ¿no? –empezó a reír, miré a
mi hermana.
- Déjalo, le ha afectado el porro. Oye, deja a mi hermana en paz ya. –rió ella.
- Solo pregunto mujer, que está callada todo el rato. –rió
él.
- Si es que no soy muy habladora.
Pusieron algo de música y estuvieron charlando. Mi hermana
me intentaba dar conversación, pero no había manera. Cogió el móvil y se lo
puso en la oreja.
- ¿Sí? –dijo. – Vale Mamá, hasta ahora. –me miró y me guiñó
un ojo. - Nosotras nos vamos ya.
No la habían llamado, lo había hecho ver todo. Nos
despedimos de todos y volvimos a casa andando.
- Gracias. –reí.
- No es nada, te vi esa cara de zombie aburrido y pensé que
preferías eso.
Me metí en mi habitación, se había hecho algo tarde ya. Así que me fui a dormir.
Pasé los tres siguientes días sin hablar con Mangel, sin
saber de él. Ni me molestaba en entrar a Twitter, solo me dediqué a salir con
mi madre y mi hermana por ahí. O si no, quedarme en casa todo el día. Hablé
alguna vez con Laura y Tamara, y la mayoría de veces Tamara estaba con Cheeto y
Laura con Rubén.
Salí de mi habitación por la mañana temprano, me había
desvelado y no podía dormir. Mi madre y mi hermana seguían durmiendo. Me
preparé un ColaCao y fui al sofá. Recibí una llamada, Rubén.
- Hola. –sonreí al móvil.
- ¿Estabas durmiendo? ¿Molesto? –dijo algo serio.
- No tranquilo, me he desvelado. –reí débilmente.
– Tienes que venir ya.
- Tranquilidad, en dos días estoy ahí. El 30 ya habré
llegado. –di un sorbo al ColaCao.
- No es por eso, que también. Tenéis que arreglarlo, no
puede ni dormir.
- Oh… ¿A qué te refieres con eso? – dejé de beber.
- Está mal. No sale de su habitación, solo para comer alguna
vez. Se pasa el día en la cama. Ven ya por favor.
Me lo pensé durante un momento, pensé en Mangel estirado en
la cama sin poder pegar ojo, lo que había pasado a mí igual.
- ¿Pero si tan mal está por qué no me ha dicho nada?
- No te quiere presionar ni molestar.
- Entiendo. –casi le grité que quería tiempo.
- ¿Entonces te vienes?
- Está bien… ahora me pongo en marcha. –dije. –Llegaré tarde.
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