viernes, 10 de enero de 2014

Capítulo 59

Abrí la puerta de la habitación de mi madre lentamente.
- Má. –susurré.
- ¿Hmm? –murmuró asintiendo.
- Me voy ya. –volvió a asentir y segundos después se levantó y cogió algo de su bolso. Me entregó dinero.
- ¿Te llevo?
- No, ya cojo el bus. –le dije
- Ten cuidado. –se despidió de mi. –Te quiero. –se volvió a la cama.
- Y yo. – cerré la puerta y me dirigí a la de mi hermana. La abrí y escuché un quejido desde dentro.
- ¿Qué quieres? –dijo
- Me voy zorrona. – reí desde la puerta.
- Adiós. –abrió los brazos desde la cama y fui a abrazarla. –Y ten cuidao con los tíos. –reímos.
Me preparé rápidamente la maleta y me dirigí a la estación. Compré un billete y me dirigí rápidamente al tren. El viaje como siempre, se me hizo algo largo. Me puse la música y fui a mi mundo, al fin y al cabo, la música te comprende más que tú mismo.

Después de unas horas, llegué por fin a la estación, me bajé del tren y salí fuera. También había nevado bastante. Llamé a Cheeto para que me viniera a buscar, pero le dije que no viniera Mangel.
Lo esperé en un banco y finalmente llegó. Salió del coche con Tamara.
- Muy buenas. –los abracé.
- ¿Cómo te ha ido con la familia? –sonrió Tamara.
- Bien, bien. ¿Y por aquí? –sonreí débilmente.
- Bien, te hemos echado de menos.
- Pero mi hueco lo has llenado con otro eh. –le hice una mirada acompañada de una sonrisa y miré a Cheeto que estaba metiendo mi maleta en el maletero del coche.  Tamara soltó una risa.
Cheeto se dirigió al coche y metió el dedo en la ranura rota donde se metía la llave del coche.
- Mi dedo no habreh –empezó a reír. Se metió por la puerta de atrás y abrió.

Me llevaron a casa y se fueron, yo solo quería dejar las cosas y dormir, dormir y dormir.
Subí al piso y Laura me esperaba en el sofá estirada.
- ¡Hombre! –se levantó y vino a abrazarme. - ¿Qué tal Mamá Noel?
- Sí, mi madre me ha hinchado a turrón. –reí. – Pues… bien ¿y tú?
- Uyyy que bien más raro…
- Bueno, es lo que tiene.
- ¿Todavía no lo habéis arreglado?
- Estamos en ello.
- Pues lleva una depresión encima…
- Bueno… -me dirigí a la habitación y me tiré sobre la cama desecha. -¿Es que no sabes lo que es hacer la cama? –dije para cambiar de tema
- Perdona, tú tampoco la haces nunca –dijo asomándose a la puerta. – Además ¿Para qué hacerla si la vas a deshacer más tarde?
- Ley de vida. –reí.
Dormí durante un buen rato, al rato abrí los ojos y por poco no me da un paro cardíaco.


- ¡Pero niño! –grité poniéndome la almohada en la cabeza.
- ¿Qué tal muyaya? –rió. Me saqué la almohada y lo fui a abrazar.
- Peor ahora que estás tú. –bromeé y le sonreí.  Soltó una risa.
- Gracias por hacerme caso. Es que no lo puedo ver así.
- Ya…
- Feliz navidad por cierto. –hizo una cara.


- ¡Oh casi se me olvida! –me dirigí a la maleta y saqué las bolsas de regalos. Les entregué a Laura y Rubén sus regalos y guardé los otros de nuevo.
- Que ¿Cómo me quedan? –dijo Rubén.
- Preciosos vamos.
- Tengo swag en los dedos. -rió


- Oye por cierto ¿En fin de año hacemos algo o qué? –dijo Laura colocándose la bufanda también.
- Sí, pero nada de fiestas por ahí, si la montamos que sea en casa o algo. –contestó Rubén y me envió una mirada.
Después de pasar la tarde con ellos cené algo y Rubén se fue a su casa. Nosotras nos fuimos a dormir.
Pasaron los siguientes dos días y todavía no había visto a Mangel, por que no me había encontrado muy bien. Era 30, y al día siguiente por la noche teníamos fiesta en casa de Cheeto y yo todavía no había hablado nada con Mangel. Me acosté en la cama con el ordenador entre las piernas y lo abrí.
Estuve un rato mirando vídeos y escuchando música, de pronto me salió una pequeña pestaña que me avisaba de que tenía una llamada en Skype.

Después de unos segundos de pensármelo, la respondí.
  - Holah. –me salió una pantalla con su cámara, hizo una sonrisa que parecía de verdad.



- Hola. –hice otra sonrisa falsa.
- Perdonah que te molesteh.
- No me molestas. –dije convencida.
- Solo pa sabeh si vendríah a la fiesta en casa de Cheetoh.
- Por supuesto. –miré con vergüenza a la cámara cómo si fuera una niña pequeña.
- Valeh. –hizo lo mismo. Parecía como si no nos conociéramos y fuera la primera vez que hablábamos. Alguien entró por la puerta de Mangel. – Fuerah de aquíh. –dijo. Pero fue demasiado tarde, Rubén apareció por su lado.
- Veo que va bien la cosa. –dijo. Mangel rió.
- Pireh por favoh.
- Vale vale, ya me voy. –se despidió en la cámara.- Por cierto, dice Cheeto que pagues la farla. -bromeó. Soltaron una risa los dos y Rubén se fué. 
 

Nos volvimos a quedar solos sin saber que decir.
- Buenoh, solo quería darte un buen añoh. –dijo.
- Igualmente.
- ¿Noh vemoh mañana?
- Sí… -suspiré.
- Buenah nocheh. –sonrió por última vez y colgó.

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