Jannies se encontraba delante de la puerta con posición de
ataque mientras mandaba gritos a Rubén, este se los devolvía pero todavía más
fuertes, parecía Vietnam, pero pongámonos serios.
- ¡Vete a la mierda! –gritó Rubén dando un portazo delante
de Jannies. Parecía que no nos había visto.
- ¡Que te jodan! –esta dio una patada a la puerta y se giro.
Nos vio pero pasó de nosotros como la mierda, se veía en su rostro lo rabiada
que estaba. Bajó las escaleras dando casi zapatazos, parecía que se iba a
partir las piernas o que pisaba hormigas. La vecina abrió la puerta a nuestras
espaldas, iba con un albornoz y una toalla sobre la cabeza.
- ¿¡YA OS VALE NO!? –gritó furiosa.
- ¡Señorah que no somoh nosotroh! Mi compañero ha tenido un
problemah. –dijo Mangel dirigiéndose a la puerta rápidamente. La vecina empezó
a meternos bronca como si fuéramos sus hijos. Mangel abrió la puerta y tiró de
mi brazo para dentro, cerramos la puerta delante de las narices de esa mujer y
nos dirigimos rápidamente a la habitación de Rubius. Abrimos la puerta
despacio, se encontraba delante del ordenador con el rastro lleno de furia,
dolor e ira.
- Fuera de aquí, por favor. –dijo girando la mirada seguramente
para ocultar lágrimas que amenazaban por salir, pero se mantuvo firme y fuerte.
- Rubiuh tío. –Mangel me soltó el brazo con cuidado y se
acercó a él, giró su silla y sin pensarlo lo abrazó, Rubius correspondió el
abrazo mientras Mangel le daba golpecitos en la espalda y lo calmaba.
Me
adelanté al ordenador de Rubius, estaba mirando fotografías de Jannies. Sin
permiso, bloqueé a Jannies del Facebook, Twitter o cualquier red social
existente.
Rubius y Mangel se separaron y Rubius me miró.
- Es lo mejor para los dos Rubén. –le sonreí débilmente y me
acerqué a él, nos dimos un abrazo. Luego, Mangel y yo nos quedamos sentados
sobre la cama de Rubius y empezamos a hablar con él, pero cambiando el tema de
Jannies. De pronto escuchamos el sonido del timbre y nos miramos todos con cara
rara.
- ¿Quién serah? –Mangel se adelantó a la puerta. Rubius tiró
su cabeza hacia atrás y se quedó mirando el techo. Lo cogí de la mano y me
sonrió sin dejar de mirar arriba. De pronto apareció Laura por la puerta.
- ¿Y tú que haces aquí? –reí saludándola.
- Que estaba hablando por teléfono con este señor. –señaló a
Rubius. –Y de pronto escuché un grito y pensé que lo habían matao o algo así.
–sonrió y se acercó a Rubius. Se dieron un abrazo.
- Bueno, os dejo solos tortolitos. –le guiñé un ojo a Laura.
- Mira quien fue a hablar. –sonrió.
- Ya, que te den. –reí. Me dirigí al comedor y me fui a
sentar en el sofá con Mangel. Este se estiró antes de que yo me sentara y abrió
su brazo para que me estirara con él. Me recosté sobre su pecho.
- Duérmete un ratoh, zombie. –sonrió. Asentí ya medio
drogada y me quedé dormida en cuestión de segundos.
Un sonido me despertó, abrí sigilosamente un ojo y vi una
luz encendida en el portal. En la puerta se encontraban Rubén y Laura.
- ¿Seguro que no te quieres quedar? –susurró Rubén.
- No tranquilo. Además están esos dos apalancados en el
sofá. –nos miraron y cerré rápidamente el ojo, disimulando que estaba dormida.
- Bueno, hablamos. –dijo Rubén. Se abrazaron y Laura salió
por la puerta. Rubén la cerró y se dirigió hacia su habitación mientras bufaba.
Nos miró un momento a Mangel y a mí y creo que me vio cerrar el ojo, si que
tiene vista este hombre. Se acercó a nosotros dudando de si yo estaba despierta
o no, tenía el ojo entrecerrado.
Se acercó despacio hacia a mí para comprobar si estaba
dormida o no, no pude aguantar la risa y solté un pequeño “pffrrt”. Le saqué el
dedo a Rubén y este soltó una carcajada pero se tapó la boca rápidamente.
- ¿Y tú qué haces despierta?
-susurró agachándose.
- ¿Y qué haces tú? –sonreí colocándome de lado. Mangel se
giró también y puso su mano sobre mi cintura, soltó un pequeño ronquido, Rubius
lo miró y rió.
- Pues lo mismo que tú. –susurró.
- Oh, estás durmiendo con Mangel claro.
- Técnicamente sí. Tengo un cojín con su cara que lo
demuestra. –me guiñó un ojo. No pude evitar reír. Veía todo muy oscuro pero
podía notar como Rubius no dejaba de hacer muecas. Pasé mi mano por su cara.
- Bueno pareja, que me voy a dormir. –pellizcó mi mejilla.
- Que duerma bien usté.
- Ustéh. –susurró él. Solté una risita. Rubén se levantó y
se dirigió su habitación. Me volví a dormir mientras me aferraba a Mangel.
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