Mangel y a mí casi nos da un ataque de risa al ver esa
escena. Mangel se sacó los pantalones también, ale ahí delante de mí. Se
pusieron a bailar los dos con una escoba.
- ¿Se supone que tengo que ir yo también? –reí mientras
observaba el espectáculo. Cogí el móvil disimuladamente y los empecé a grabar.
Mangel se fijó y corrió hacia mí, me
agarró por la cintura tirándome al sofá. Se quedó encima de mí mientras
reíamos. Aquí no Mangel, aquí no, en
casa de Cheeto no me hagas esto. No quería que se acercase tanto a mí porque si
no tendría ganas de besarle y paso delante de Cheeto.
Parecía que se hubiera quedado atascado encima de mí ya que
intentaba levantarse pero no podía porque la risa le causaba problemas para
levantarse. Nos quedamos uno enfrente del otro. Por favor Karma, se bueno
conmigo, por favor. Se escuchaba a Cheeto en la cocina bailando y haciendo el
subnormal, también salió al balcón sí.
Mangel dejó de reír y
yo hice lo mismo, en su rostro se encontraba Doña Sonrisa. Colocó sus manos
sobre el sofá para no aplastarme, ahora se podía levantar. Pero… ¿Por qué no lo
hacía? Noté como se acercaba más a mí, pero de pronto vi algo saltar por detrás
de Mangel y solté un grito. Luego sentí un peso enorme sobre mi cuerpo y
sobretodo mi estomago.
- ¡Antonioh! –Cheeto había saltado encima de nosotros
haciéndonos caer del sofá al suelo.
- ¡Cheeto cohoneh! –rió Mangel intentado disimular el dolor
que se había hecho. Hombre, se había chocado con toda mi barbilla, lo digo
porque podía notar el dolor en ella. Tosí poniéndome la mano en la boca y
escupí sangre, me asusté bastante.
- ¡Joder! –me tapé la boca con ambas manos, sentía un dolor
en el labio increíble.
- ¡Que se noh muere! –exclamó Cheeto dirigiéndose a la
cocina y volviendo con una servilleta para limpiarme. Mangel se levantó del
suelo y me ayudó a levantarme a mí.
- ¿Ehta bien? –asentí y nos miramos y como los dos
pensábamos lo mismo no pudimos evitar reír. Pero reí tapándome la boca, no vaya
a ser que le deje la cara llena de sangre. Sería grasioso (Rubius ON). Mangel
colocó sus manos sobre mis hombros y me llevó hacia la cocina. Escupí en la
pica y me enjuague con agua. Cheeto me agarró las manos y las empezó a limpiar
con una servilleta húmeda.
- Dioh mio, esto parece Vietnam. –rió.
- Claro, si no fuera por el misil que has tirado encima de
nosotros ahora estaría a salvo. –reí.
- Bueno Antonia, ya esta.- dijo tirando el papel a la
basura.
- ¿Seguro que no me falta ningún diente? –abrí la boca y
Cheeto echo un vistazo.
- ¡Ostias! –Cheeto se puso las manos sobre la cabeza.
- ¿¡Que!? ¿Qué? -dije
cubriéndome de nuevo la boca.
- No tienes ninguna caries. –rió Cheeto.
- Ioputa. –le di un golpe en el brazo y me giré hacia Mangel
mientras me lamía los labios que tenían
un corte. Me fije en que Mangel tenía un poco de sangre en el cuello, cogí una
servilleta, la empapé en agua y le limpié.
- ¿Por qué has intentado morder a Mangel vampira? –rió
Cheeto.
- Porque está muy rico, y si no te callas te morderé a
ti.-dije todavía limpiando el cuello de Mangel.
- Cuidao Sheeto que es mu peligrosah. –sonrió Mangel.
- Que te calleh. –imité su voz. Tiré la servilleta a la
basura y me volví a girar hacia ellos.
- Caníbal. –Cheeto miró a Mangel y me volvió a mirar.
- Calleh. –reí. Nos quedamos un rato callados mientras nos
hacíamos miradas graciosas. -¿Alguien se va a poner los pantalones aquí? –reí
mirando las piernas de cada uno.
- ¿No te gustan mih piernah? –dijo Cheeto haciendo un
movimiento con las piernas.
- Preciosas. Pero si no queréis que os haga una foto y que
la cuelgue ya os estáis poniendo los pantalones. –sonreí sacando el móvil.
Cheeto corrió hacia su habitación pidiendo socorro. Mangel se quedó delante de
mí.
- ¿A mí también me vah a haceh una foto?-sonrió acercándose a mí. –Yo no tengo
pantaloneh. –puso cara de perro abandonado.
- Si que los tienes. -sonreí
- Pero están mojaos y sucios. -volvió a poner la cara
- Me lo voy a pensar. –sonreí dejando el móvil sobre la
encimera y lo miré con cara divertida. El me hizo una mueca.
Yo le hice otra y reí poniendo la mirada hacia arriba. Mangel se acercó más a mí despacio y me cogió por la cintura, dio una vuelta a mi alrededor y se quedó en frente de mi. Lo miré extraña, se acercó más a mi llevándome hacia atrás hasta chocar contra la encimera. Me puse de
puntillas para estar a su altura y decidí sentarme sobre la encimera. Mangel me acercó más a él y me besó.
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