sábado, 2 de noviembre de 2013

Capítulo 21

Mangel y a mí casi nos da un ataque de risa al ver esa escena. Mangel se sacó los pantalones también, ale ahí delante de mí. Se pusieron a bailar los dos con una escoba.
- ¿Se supone que tengo que ir yo también? –reí mientras observaba el espectáculo. Cogí el móvil disimuladamente y los empecé a grabar. Mangel se fijó y  corrió hacia mí, me agarró por la cintura tirándome al sofá. Se quedó encima de mí mientras reíamos.  Aquí no Mangel, aquí no, en casa de Cheeto no me hagas esto. No quería que se acercase tanto a mí porque si no tendría ganas de besarle y paso delante de Cheeto.
Parecía que se hubiera quedado atascado encima de mí ya que intentaba levantarse pero no podía porque la risa le causaba problemas para levantarse. Nos quedamos uno enfrente del otro. Por favor Karma, se bueno conmigo, por favor. Se escuchaba a Cheeto en la cocina bailando y haciendo el subnormal, también salió al balcón sí.
Mangel dejó de reír  y yo hice lo mismo, en su rostro se encontraba Doña Sonrisa. Colocó sus manos sobre el sofá para no aplastarme, ahora se podía levantar. Pero… ¿Por qué no lo hacía? Noté como se acercaba más a mí, pero de pronto vi algo saltar por detrás de Mangel y solté un grito. Luego sentí un peso enorme sobre mi cuerpo y sobretodo mi estomago.
- ¡Antonioh! –Cheeto había saltado encima de nosotros haciéndonos caer del sofá al suelo.
- ¡Cheeto cohoneh! –rió Mangel intentado disimular el dolor que se había hecho. Hombre, se había chocado con toda mi barbilla, lo digo porque podía notar el dolor en ella. Tosí poniéndome la mano en la boca y escupí sangre, me asusté bastante.
- ¡Joder! –me tapé la boca con ambas manos, sentía un dolor en el labio increíble.
- ¡Que se noh muere! –exclamó Cheeto dirigiéndose a la cocina y volviendo con una servilleta para limpiarme. Mangel se levantó del suelo y me ayudó a levantarme a mí.



- ¿Ehta bien? –asentí y nos miramos y como los dos pensábamos lo mismo no pudimos evitar reír. Pero reí tapándome la boca, no vaya a ser que le deje la cara llena de sangre. Sería grasioso (Rubius ON). Mangel colocó sus manos sobre mis hombros y me llevó hacia la cocina. Escupí en la pica y me enjuague con agua. Cheeto me agarró las manos y las empezó a limpiar con una servilleta húmeda. 
- Dioh mio, esto parece Vietnam. –rió.
- Claro, si no fuera por el misil que has tirado encima de nosotros ahora estaría a salvo. –reí.
- Bueno Antonia, ya esta.- dijo tirando el papel a la basura.
- ¿Seguro que no me falta ningún diente? –abrí la boca y Cheeto echo un vistazo.
- ¡Ostias! –Cheeto se puso las manos sobre la cabeza.
- ¿¡Que!? ¿Qué?  -dije cubriéndome de nuevo la boca.
- No tienes ninguna caries. –rió Cheeto.
- Ioputa. –le di un golpe en el brazo y me giré hacia Mangel mientras me  lamía los labios que tenían un corte. Me fije en que Mangel tenía un poco de sangre en el cuello, cogí una servilleta, la empapé en agua y le limpié.
- ¿Por qué has intentado morder a Mangel vampira? –rió Cheeto.
- Porque está muy rico, y si no te callas te morderé a ti.-dije todavía limpiando el cuello de Mangel.
- Cuidao Sheeto que es mu peligrosah. –sonrió Mangel.
- Que te calleh. –imité su voz. Tiré la servilleta a la basura y me volví a girar hacia ellos.
- Caníbal. –Cheeto miró a Mangel y me volvió a mirar.
- Calleh. –reí. Nos quedamos un rato callados mientras nos hacíamos miradas graciosas. -¿Alguien se va a poner los pantalones aquí? –reí mirando las piernas de cada uno.
- ¿No te gustan mih piernah? –dijo Cheeto haciendo un movimiento con las piernas.
- Preciosas. Pero si no queréis que os haga una foto y que la cuelgue ya os estáis poniendo los pantalones. –sonreí sacando el móvil. Cheeto corrió hacia su habitación pidiendo socorro. Mangel se quedó delante de mí.
- ¿A mí también me vah a haceh una  foto?-sonrió acercándose a mí. –Yo no tengo pantaloneh. –puso cara de perro abandonado.
- Si que los tienes. -sonreí 
- Pero están mojaos y sucios. -volvió a poner la cara
- Me lo voy a pensar. –sonreí dejando el móvil sobre la encimera y lo miré con cara divertida. El me hizo una mueca.



Yo le hice otra y reí poniendo la mirada hacia arriba. Mangel se acercó más a mí despacio y me cogió por la cintura, dio una vuelta a mi alrededor y se quedó en frente de mi. Lo miré extraña, se acercó más a mi llevándome hacia atrás hasta chocar contra la encimera. Me puse de puntillas para estar a su altura y decidí sentarme sobre la encimera. Mangel me acercó más a él y me besó. 

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