Acabamos de comer y empezó a llover, Mangel y yo nos pusimos
a ver la televisión y nos acabamos durmiendo los dos. Pero yo desperté al rato
ya que Raspberry estaba arañando la alfombra y maullando para llamar mi atención. Me levanté con cuidado y empecé a
mirar por la ventana. La lluvia me encanta, me relaja mucho.
Raspy pasó entre mis piernas y yo la cogí, por suerte a mi
no me araña ni me muerde, aun que si se menea un poco.
Escuché pasos detrás de mí, Rubius estaba hiendo hacia la
cocina y me vio, puso cara de asustado. Se dirigió hacia mí y se puso a contemplar el paisaje conmigo.
- ¿A ti también te gusta la lluvia? –le pregunté.
- Si, más que nada porque me puedo quedar en la cama hecho
una bolita, y se duerme muy bien con el sonido. –sonrió. Estábamos hablando
flojo para no despertar a Mangel. Rubius
miró a Raspy que seguía sobre mis brazos.
- La tendré que domar para que me quiera y no me muerda.
- Tal vez es porque la meneas demasiado.
- Yo creo que es así solo con los tíos, con las hembras
siempre es muy cariñosa. –se quejó.
- Pues ponte una peluca. –reí.
- Me ves con cara de tía. PLZ mi cara es muy varonil.
- Pues Elvisa cuela muy bien. –reímos.
- Ya le pediré clases a Elvisa ya. –rió y volvimos la vista
fuera. Hubo unos cuantos minutos de
silencio.
- ¿Cómo estás? –preguntó él.
- Mejor, gracias a vosotros.
- Gracias a ti por llamar. –sonrió. – Aquí pa lo que quieras
muyaya. También va de segundas. –volvió a poner la cara pervertida.
- Lo tendré en cuenta Rubén. –reí
-SIIII NENA. –dijo en tono alto. Como era de esperar, Mangel
se despertó.
- ¿Y ehte jaleo? –dijo frotándose los ojos. – ¡ME CAGON
DIÓH!
- ¿Qué pasa muyayo?
- ¡Que me dormío con las lentillas y pican un huevo! –fue
corriendo al baño, yo lo seguí mientras reía. Lo vi sacándose las lentillas y
lavándose la cara rápidamente mientras se frotaba los ojos. Me vio des del
espejo y sonrió.
- ¡Ehto e una mierda! –señaló la cajita donde guardaba las
lentillas.
- Ponte las gafas. –sonreí
- Las e perdío. –rió.
- Perfecto Mangel. –sonreí. –Vayamos a comprar más
lentillas.
- Si porque no veo una mierda. –dijo saliendo del baño con
los ojos medio cerrados.
- No fuerces tanto la vista que te va a petar la vena super
sayan. –rió Rubén.
- Pireh. –rió Mangel. Nos dirigimos a la puerta. –¿Oye tu no
va a pasá frio?
- Nah, no creo. –sonreí. Mangel se dirigió a su habitación y
al segundo vino con su sudadera negra donde ponía Vans
en color rojo puesta. Me lanzó la de Boston.
- Que se que te gusta. –sonrió.
- Sabes bien. –me la coloqué y me puse las mangas largas,
como me gusta. Entonces olí las mangas. Podéis llamarme rara, pero cuando
alguien me deja una chaqueta o algo tengo la manía de olerla. Y más si es de
Mangel. Él me miró con una cara rara.
- ¿Qué? Tu olor es como una droga para mi body. –le dije
imitando la voz de Rubius. La verdad es que olía muy bien. Él solo rió.
Mangel cogió un paraguas, salimos y mientras bajábamos las
escaleras se escuchó una puerta abrirse. Mangel tiró de mi manga rápidamente.
- ¿Qué pasa? –reí.
- La vecina de loh cohone, que ayé estuvimoh haciendo un
directo con la música mu arta. ¡CORRAN! – es verdad, yo estuve viendo ese
directo, necesitaba reír un rato. Corrimos por las escaleras y cuando estábamos a punto de llegar al
final resbalamos ya que estaba el suelo del portal mojado. Nos pegamos un
culetazo contra el suelo.
- Me cagon dio. –se quejó Mangel levantándose mientras se
pasaba la mano por el pantalón que había quedado mojado. – ¿Estáh bien? –me ofreció la mano a lo que
la cogí. Empezamos a reír a carcajadas, pero de pronto escuchamos a alguien que
bajaba. Salimos despacio por el portal y una vez en la calle nos pusimos a
correr, escuchando de lejos la voz de una vieja amargada.
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