Nos dirigimos con el paraguas hacia la tienda Óptica o algo así, donde se supone que Mangel se compra las lentillas. Yo lo tenía agarrado
del brazo, la verdad sentía un poco de dolor en el culo, pero no era plan de
decirle: GÑÉ MANGEL ME DUELE EL CULO ¿ME DAS UN BESO EN LA PUPA? JAJAJA NO.
Estábamos andando en silencio, había poca gente por las
calles, pero sí que había muchos coches. Tuvimos la muy buena suerte de que uno pasó
por nuestro lado e hizo que lo poco mojados que teníamos los pantalones, le
mojaran todavía más. Mangel tuvo reflejos y cubrió nuestras caras con el
paraguas, cuando pasó Mangel se giró y grito.
- ¡IOPUTA! –se giró hacia mí y puso una sonrisa torcida.
–Bueno, solo nos faltan las gafas de bucear pa pareceh que venimoh del mar. –me
hizo sonreír.
Estábamos a punto de llegar a la tienda cuando unas chicas
que venían por la acera corrieron hacía donde estábamos.
- ¡Mangel! –dijo una de ellas.
- Buenas. –dijo el con una sonrisa como siempre.
- ¿Nos podemos sacar una foto contigo? –dijo la otra
mandándome una mirada asesina. Me aparté de Mangel sujetando el paraguas y para
parecer simpática dije:
- ¿Os saco la foto? –enseguida una de ellas me entregó su
móvil. Vaya, un Iphone 5, aquí falta Rubius maldiciendo a los hipsters.
Les saqué la foto y le devolví el móvil a la chica que me lo
había dejado. Se quedaron un momento mirándome y volvieron la vista a Mangel.
Ellas debían tener como 4 años menos que yo, tendrían unos 16. Así que no me
vengan con miradas asesinas.
- ¿Dónde está Rubius? –dijo una. Vaya, que se encuentran a
Mangel y quieren saber dónde está Rubius, se encuentran a Rubius y les da igual
donde está Mangel seguro, me pone de los nervios que siempre traten a Rubén
como si fuera el mejor del mundo y Mangel pues mira, el amigo del mejor.
- Pues creo que está en casa de Cheeto o algo. –mintió,
seguramente para que no nos siguieran después.
- Oh. ¿Y ella? –me señaló la que me había dejado el móvil
antes. ¿Tendrá morro la niñata? A ella qué coño le importa quién soy, oh claro
como llevo la sudadera de Mangel pues ya soy su novia.
- Soy su prima. –dije al instante, sin pensar. Muy bien, me
parezco muchísimo a Mangel ya ves.
- Pues no os parecéis mucho. –dijo la otra. Que les den por
culo, me volví a acercar a Mangel como señal de: VAMONOS PLZ. Y él parece que
lo entendió.
- Bueno chicas, que noh tenemo que ir ya. –dijo Mangel saludando
a las dos chicas. Me volví a agarrar a su brazo. Y adelantamos a las chicas,
que se quedaron mirando como si esperaran algo.
- VENGA PRIMO, QUE LLEGAMOS TARDE. –dije disimulando y
tirando de la manga de Mangel. El rió y fuimos a paso rápido hacia la tienda.
Nos secamos un poco los pies en la alfombrilla antes de
entrar, parecíamos mendigos mojados de arriba abajo. Mangel cerró el paraguas y
entramos, compró unas cuantas lentillas y ya que estaba, unas gafas nuevas. Me
las probé para ver como se veía, parecía un mono de feria ya que no veía nada
con ellas.
- Me tengo que i a poné lah lentilla en argún baño. –dijo él.
- Ven, vamos al bar de enfrente. –señalé un bar que había en
la acera de enfrente.
Entramos y Mangel pidió permiso para entrar en el baño, yo
no me quería quedar sola ahí. Así que entré y lo esperé apoyada sobre la
puerta.
- ¡PUTA MADRE! –lo escuché gritar des del baño.
- ¿Qué pasa ahora? –abrí la puerta sin pensar.
- Que se ma metió en to el ojo cohone.
- De eso se trata ponerse una lentilla ¿no? Tú sabes más
que yo. –reí. – A ver. –entré en el baño y me lavé las manos. Puse la lentilla sobre la yema de mi dedo.
Era la primera vez que hacía esto, pero había visto a mi madre alguna vez.
- Cómo si costara tanto hijo mío. –le dije sonriendo.
- Si yo me pongo cada diah, solo que a vece’ me cuehta por
que no tengo er pulso fino.
- Sht, no parpadees. –le dije abriendo su ojo. Me reí al ver
su cara con el ojo tan abierto, pero luego me aguanté porque si ahora empezaba
a reír el esto sería un caos.
Si, tal vez era un poco asquerosillo y daba asquete ponerle
la lentilla a otra persona. Pero mira, era mi primera vez y me hacía ilusión
ponerle yo.
- Ale. –le terminé de poner y el parpadeó para asegurarse de
que se la había puesto bien.
- Olé. –dijo él sonriendo.
- Si, pero tienes dos ojos ¿sabes?
- Ya me la pongo yo, que he aprendíoh la lección Mami. –dijo
él. Se giró hacia el espejo y yo me quedé observando como se ponía la lentilla
des de la puerta. Se quedó mirándome des del espejo con la lentilla aún en el
dedo.
- ¿Qué pasa? –dije riendo.
- Pireh, que me pongo nervioso si me mirah tu. –oish, que
cosica. Reí y me giré, esperé durante unos segundos.
- Amono’ –dijo él
cuando acabó. Me empujó despacio
hacia la puerta de salida del bar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario