lunes, 7 de octubre de 2013

Capítulo 4

Nos dirigimos con el paraguas hacia la tienda Óptica o algo así, donde se supone que Mangel se compra las lentillas. Yo lo tenía agarrado del brazo, la verdad sentía un poco de dolor en el culo, pero no era plan de decirle: GÑÉ MANGEL ME DUELE EL CULO ¿ME DAS UN BESO EN LA PUPA? JAJAJA NO.
Estábamos andando en silencio, había poca gente por las calles, pero sí que había muchos coches.  Tuvimos la muy buena suerte de que uno pasó por nuestro lado e hizo que lo poco mojados que teníamos los pantalones, le mojaran todavía más. Mangel tuvo reflejos y cubrió nuestras caras con el paraguas, cuando pasó Mangel se giró y grito.
- ¡IOPUTA! –se giró hacia mí y puso una sonrisa torcida. –Bueno, solo nos faltan las gafas de bucear pa pareceh que venimoh del mar. –me hizo sonreír.
Estábamos a punto de llegar a la tienda cuando unas chicas que venían por la acera corrieron hacía donde estábamos.
- ¡Mangel! –dijo una de ellas.
- Buenas. –dijo el con una sonrisa como siempre.
- ¿Nos podemos sacar una foto contigo? –dijo la otra mandándome una mirada asesina. Me aparté de Mangel sujetando el paraguas y para parecer simpática dije:
- ¿Os saco la foto? –enseguida una de ellas me entregó su móvil. Vaya, un Iphone 5, aquí falta Rubius maldiciendo a los hipsters.
Les saqué la foto y le devolví el móvil a la chica que me lo había dejado. Se quedaron un momento mirándome y volvieron la vista a Mangel. Ellas debían tener como 4 años menos que yo, tendrían unos 16. Así que no me vengan con miradas asesinas.
- ¿Dónde está Rubius? –dijo una. Vaya, que se encuentran a Mangel y quieren saber dónde está Rubius, se encuentran a Rubius y les da igual donde está Mangel seguro, me pone de los nervios que siempre traten a Rubén como si fuera el mejor del mundo y Mangel pues mira, el amigo del mejor.
- Pues creo que está en casa de Cheeto o algo. –mintió, seguramente para que no nos siguieran después.
- Oh. ¿Y ella? –me señaló la que me había dejado el móvil antes. ¿Tendrá morro la niñata? A ella qué coño le importa quién soy, oh claro como llevo la sudadera de Mangel pues ya soy su novia.
- Soy su prima. –dije al instante, sin pensar. Muy bien, me parezco muchísimo a Mangel ya ves.
- Pues no os parecéis mucho. –dijo la otra. Que les den por culo, me volví a acercar a Mangel como señal de: VAMONOS PLZ. Y él parece que lo entendió.
- Bueno chicas, que noh tenemo que ir ya. –dijo Mangel saludando a las dos chicas. Me volví a agarrar a su brazo. Y adelantamos a las chicas, que se quedaron mirando como si esperaran algo.
- VENGA PRIMO, QUE LLEGAMOS TARDE. –dije disimulando y tirando de la manga de Mangel. El rió y fuimos a paso rápido hacia la tienda.
Nos secamos un poco los pies en la alfombrilla antes de entrar, parecíamos mendigos mojados de arriba abajo. Mangel cerró el paraguas y entramos, compró unas cuantas lentillas y ya que estaba, unas gafas nuevas. Me las probé para ver como se veía, parecía un mono de feria ya que no veía nada con ellas.
- Me tengo que i a poné lah lentilla  en argún baño. –dijo él.
- Ven, vamos al bar de enfrente. –señalé un bar que había en la acera de enfrente.
Entramos y Mangel pidió permiso para entrar en el baño, yo no me quería quedar sola ahí. Así que entré y lo esperé apoyada sobre la puerta.
- ¡PUTA MADRE! –lo escuché gritar des del baño.
- ¿Qué pasa ahora? –abrí la puerta sin pensar.
- Que se ma metió en to el ojo cohone.
- De eso se trata ponerse una lentilla ¿no? Tú sabes más que yo. –reí. – A ver. –entré en el baño y me lavé las manos.  Puse la lentilla sobre la yema de mi dedo. Era la primera vez que hacía esto, pero había visto a mi madre alguna vez.
- Cómo si costara tanto hijo mío. –le dije sonriendo. 
- Si yo me pongo cada diah, solo que a vece’ me cuehta por que no tengo er pulso fino.
- Sht, no parpadees. –le dije abriendo su ojo. Me reí al ver su cara con el ojo tan abierto, pero luego me aguanté porque si ahora empezaba a reír el esto sería un caos.
Si, tal vez era un poco asquerosillo y daba asquete ponerle la lentilla a otra persona. Pero mira, era mi primera vez y me hacía ilusión ponerle yo.


- Ale. –le terminé de poner y el parpadeó para asegurarse de que se la había puesto bien.
- Olé. –dijo él sonriendo.
- Si, pero tienes dos ojos ¿sabes?
- Ya me la pongo yo, que he aprendíoh la lección Mami. –dijo él. Se giró hacia el espejo y yo me quedé observando como se ponía la lentilla des de la puerta. Se quedó mirándome des del espejo con la lentilla aún en el dedo.
- ¿Qué pasa? –dije riendo.
- Pireh, que me pongo nervioso si me mirah tu. –oish, que cosica. Reí y me giré, esperé durante unos segundos.

- Amono’ –dijo él  cuando acabó. Me empujó  despacio hacia la puerta de salida del bar.

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